10/06/2015
 Actualizado a 14/09/2019
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Francisco Umbral en un breve ensayo sobre Valle Inclán, decía que el español necesita de los cafés, de los bares, como del aire para vivir. Un español tiene opiniones sobre cualquier tema y si no las tiene, las inventa para la ocasión. El problema es que en el trabajo no puede hablar, en casa no le dejan y, obviamente, no puede irse a la cama con todas esas opiniones, con riesgo de que le reviente la cabeza. Así que tiene que ir al bar y allí exponerlas y confrontarlas. Esto decía Umbral y creo que los bares, desde este punto de vista, deberían formar parte del sistema sanitario español.

Del sistema sanitario y, por qué no, también del sistema educativo –difícilmente lo empeoraría– ya que en los bares se pueden adquirir los más variados conocimientos, sobre ciencia política, sociología, meteorología, incluso como arreglar el turbo del coche., y así, seguramente, habría menos abandono escolar.

Hace unos días, en el Meli Meló, hablaba con mi amigo Pio y me comentaba que el gesto de brindar viene de la desconfianza. Efectivamente, como al brindar, por el impulso era fácil que se mezclaran los líquidos de ambas copas, brindar era una manera de asegurarse de que no le habían echado veneno a la de uno, pues en ese caso el envenenador devendría también envenenado.

Por aquello de compartir, yo le conté que el gesto de dar la mano, que en principio eran las dos manos a la vez, también tenía su origen de la desconfianza mutua pues era una manera de comprobar que a quien se saludaba no llegaba armado, dispuesto a dar el golpe mortal.

Nos quedamos los dos en silencio, rumiando el mismo pensamiento: qué irónico resulta que dos de los gestos más amistosos y cordiales que hemos sido de capaces de codificar los seres humanos, como son el brindar y el dar la mano, tenga un origen tan poco afectuoso. Pero quizás, la civilización sea precisamente ésto, el logro de transformar en saludo y brindis lo que era veneno y puñal.

Frecuenten los bares, no les tengan miedo, hablen con el camarero o con quien tenga al lado, comenten las noticias del periódico, seguro que vuelven a casa un poco más sabios o al menos convencidos de ello.

Y la semana que viene hablaremos de León.
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