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Los arquitectos debemos ser transparentes

17/07/2020
 Actualizado a 17/07/2020
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Finlandia es un país bastante lejano, poblado por ciudadanos más rusos que nórdicos y que, reconozco que me sorprenden, además de caerme muy bien. No sólo por tener la mejor educación de Europa o de haber montado, con muy poquitos habitantes que son, una empresa como Nokia que, además de ser (en realidad haber sido) puntera en telefonía, implantó y popularizó como tono de llamada en sus teléfonos unos compases del ‘Gran Vals’ de nuestro Francisco Tárrega y que aún hoy lo tienen casi todas las marcas, sino por la especial sensibilidad que tienen con la arquitectura y sus arquitectos.

Alvar Aalto o Eero Saarinen, son los más conocidos entre otros muchos han marcado camino en la arquitectura y el diseño. En Finlandia son personas valoradas, tanto que se organizan expresamente viajes y circuitos para ver su arquitectura, la de ellos y las de todos los demás, que son muchos.

Y no voy a decir que a ver si aquí se hace lo mismo, ni mucho menos, pero sí que, al menos se sepa que existen (existimos)

¿Porqué toda esta introducción?

Hace unos días se ha inaugurado a bombo y platillo el Museo de la Semana Santa de León. Allí estaban alcaldes, concejales, presidentes, diputados, obispos, canónigos y más. ¿Y el arquitecto? Miré, busqué, leí, escuché y vi todo tipo de medio de comunicación. Nada. Ni un pelo del arquitecto. Bueno un pelo no porque el autor del proyecto y director de las obras es tan calvo como yo.

Todos loaron la operación, todos se felicitaron de la colaboración, a financiación de la obra. ¿Y del arquitecto? Nada.

Así que le llamé. Y sí, Félix Compadre, el autor, estaba allí, solamente una calva, solo la calva, al fondo en una fotografía. Y a duras penas también habló. Pero en los medios de comunicación, en los periódicos, televisiones, digitales, silencio absoluto.

Porque el dinero es importante, los apoyos políticos son importantes, las Semana Santa y todo su entorno es importante, pero nada de eso tendría el reflejo y la visualidad si la envolvente de lo que se expone no existiera, si no hubiera un edificio adecuado que lo realzara.

Este es un ejemplo de actualidad, pero es, también, un reflejo de una realidad.

Cada vez que aparece la noticia de que se va a hacer un edifico de cierto interés, auditorio, ayuntamiento, escuela, parque de bomberos o algo que ha requerido un concurso, y por tanto una calidad, busco quien ha sido el autor. Nada.

¿Cuántos conocen el autor de los edificios con alguna importancia? Cuando se habla de un edificio, es el de ‘Ciriaco’, el del ‘BBV’ o la casa de ‘fulanito’ y no de Cárdenas o de Balbuena respectivamente.

Por ejemplo: ¿Sabe alguien quien fue el arquitecto del cine Trianón? Tiene un nivel protección 2, muy alto, tanto que, por dar una pista, la catedral es nivel 1. ¿Alguien sabe quién fue el arquitecto?

¿Sabe alguien que el proyecto del edificio que ahora ocupa el Museo es Juan Bautista Lázaro, que participó en la reconstrucción de la catedral? Dejó un edificio en ladrillo de enorme calidad ¿Sabe alguien los trabajos que allí se han hecho, como en otros muchos edificios, para dignificar lo que hoy se expone? No. Nadie se ha molestado, no en valorarlo, ni siquiera contarlo.

La Ley de Propiedad Intelectual da al arquitecto la plena paternidad y derecho sobre el edificio, lo mismo que sucede con el autor de un libro, y nadie se le ocurre referirse a ‘Platero y yo’ o ‘Los intereses creados’ como que son dos obras de Planeta o cualquier otra editorial. Todo el mundo se referirá siempre a sus autores. Con la arquitectura no. Ni de lejos.

La arquitectura es una de la Bellas Artes, eso sí, a caballo con la ingeniería.

Se olvida esto, y se olvida que un arquitecto, de cualquier sexo y condición, es un profesional que lleva una larga mochila de muchos años de estudios especializados, estudios que, especialmente en España son más duros que el 90% del los países, pues mientras en la mayoría simplemente se atiende la parte artística, aquí se incluye toda la parte técnica y de ejecución de la obra. Además de la formación continuada para adaptarse a los avances tecnológicos y normativas.

Se olvida que un proyecto lleva detrás una oficina técnica con puestos de trabajo e inversión permanente en equipamientos informáticos especializados.

Se olvida la responsabilidad del riesgo de la obra, en la que van a vivir o trabajar personas, así como el de los trabajadores que la ejecutaron.

En arquitectura, como en literatura, pintura o cualquiera de las bellas artes, no todo es, ni mucho menos, estupendo y espectacular, pero, algunas cosas sí. Pues, en esto de los edificios, ni esas merecen un reconocimiento, por lo que se ve.

Y, para bien o para mal, guste o no, en la imagen de una ciudad, eso que de ella se publicita y se vende, en ese conglomerado de elementos que conforma su cartel, tales como sus gentes, el trato, la diversión, las tapas o su oferta cultural, los edificios son la parte material más visual, y esa parte es el legado y propiedad intelectual de los arquitectos

Pero es igual. Que si quieres arroz, Catalina. Debemos ser transparentes.
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