Los años que hacen justicia

26/01/2022
 Actualizado a 26/01/2022
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Los números no siempre son fríos. Algunas veces, incluso, hacen justicia a vidas que no habían irrumpido en nuestro santoral del vecindario por esa desidia de mirar para los oropeles de los cargos y las pamplinas y no ver los ejemplos que viven en el portal de al lado.

De repente, un longevo 109, 110, 111 y hasta 112, que es donde está nuestro récord, nos ponen ante la imagen de un vecino que conocemos porque es el zapatero del bajo del barrio, el luchador recordado, el indiano que le fue bien y regresó, el indiano que le fue mal y se repuso, al pastor que es paisano de filosofía de alta escuela y, a su vez todos ellos, enormes trabajadores.

Y los números, fríos, se convierten solamente en la disculpa para salir en los papeles porque los méritos están detrás de esa cifra, en las vidas que los sustentan, en la ejemplaridad de aquellos obreros de nuestros pueblos que sacaron adelante numerosas familias numerosas, montaron imperios o rebaños con la misma dignidad y ganas, conversadores excelentes que te enganchan y emboban con sus recuerdos, sabios sin púlpito, santos sin pedestal.

Y así entiendes que los números dejan de ser fríos cuando se convierten en la disculpa para viajar a las vidas. Merece la pena el viaje.
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