Los años 90

Bruno Marcos aporta algunas claves para entender mejor la exposición de Tráfico de Arte en el Musac

Bruno Marcos
12/12/2020
 Actualizado a 12/12/2020
Vista de la exposición sobre Tráfico de Arte. | MUSAC
Vista de la exposición sobre Tráfico de Arte. | MUSAC
En las salas del Musac se puede ver hasta mayo una extensa exposición dedicada a la historia de la galería leonesa Tráfico de Arte, que durante diecisiete años desplegó una enorme actividad en la ciudad. Señala Jesús Palmero, su comisario, que las tres primeras exposiciones realizadas en aquel espacio durante los primeros años 90 ilustran muy bien el contexto desde el que partía aquel proyecto. Una se dedicó a ‘El canto de la tripulación’, el legendario grupo dentro del cual destacaría luego el fotógrafo Alberto García Alix como uno de los principales retratistas de la Movida; otra a la pintura abstracta de Nadia Desirée González; y la otra a los utópicos proyectos de intervención urbana del ahora premio Velázquez, Isidoro Valcárcel Medina. Este trío tan dispar de inquietudes presentaba nítidamente las tendencias que se heredaban entonces, aún muy vivas, de los años 80.

En nuestro país estaba pendiente de realizarse un proceso de actualización con lo contemporáneo después del aislamiento vivido durante la dictadura, la Movida y la vuelta a la pintura fueron atajos que se habilitaron para acortar el camino. La primera se desplegó coincidiendo con los ecos del punk internacional, como si de una válvula de escape se tratase, y la segunda al compás de la reacción del mercado del arte global cuyo negocio había sido frustrado en buena medida por las tendencias artísticas de los años 60 y 70.

Tanto la Movida como el retorno a la pintura de los años 80 quedan hoy más como el recuerdo anecdótico de un estado de ánimo que como los signos de una época en nuestra cultura. En realidad, ambos funcionaron como un escaparate narcotizante que disuadía de afrontar debates más profundos, cuestiones que hubieron de posponerse hasta los años 90 donde tendría lugar una puesta a punto de lo contemporáneo más cimentada y duradera, una operación que tuvo que dar un salto sobre estos fenómenos en lo que magistralmente definió José Luis Brea como un «antes y después del entusiasmo».

Es crucial para entender esta exposición tener en cuenta algo que no ocurrió en la galería de Carlos de la Varga pero que estuvo ligado a ella: la muestra que comisarió Javier Hernando, titulada ‘Punto y aparte’, cuando dirigía la Sala Provincia José Gómez Isla. Allí se produjo ese salto en la escena local que la puso en pleno diálogo con la global y a su vanguardia. Allí se presentaron las ideas seminales que harían germinar, en la segunda mitad de la década, los mejores resultados de ese proyecto, los que llevando el arte a la vida y la vida al arte se expandieron a la calle y a la naturaleza creando una auténtica comunidad en torno a lo creativo.

Precisamente en aquella galería Valcárcel Medina dijo: «El arte es algo que no sirve al pasado».
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