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Los alquileres atacan de nuevo

06/11/2020
 Actualizado a 06/11/2020
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Dice el refrán que «el casado casa quiere», y además, en este país, en propiedad. La verdad es que nuestro caso no es normal, en Europa al menos, pues por esos lares, aunque por supuesto la propiedad ocupa una buena parte del parque de viviendas, lo más habitual es el alquiler. Es una cuestión cultural, pero también consecuencia del concepto de movilidad en el trabajo y, por supuesto, porque por esos países de Dios, existen grandes bolsas de viviendas dedicadas al alquiler.

En la época del boom inmobiliario era una especie de ley que, por el costo mensual de un alquiler, bien podías pedir una hipoteca y tener un piso propio. Y así, sin más, se construyeron cientos de miles de viviendas; remedando a Lope de Vega «en horas venticuatro, pasaron de las musas al teatro», o sea, del plano del proyecto a la escritura ante el notario. De cómo acabó aquello en muchos casos, nada hay que comentar. Ya sabemos lo qué pasó.

Pero claro, aquí y ahora, para acceder a una vivienda en propiedad o eres rico (por tu casa o porque sí), o te has de embarcar en una operación hipotecaria que, como te descuides, o implicas a tus padres o es a tan largo plazo que terminan heredando la carga tus hijos.

Así que no queda más remedio que acudir al alquiler de un pisito, en el más exacto sentido de la palabra. Y aquí empieza el viacrucis: pisos, pocos y caros, sobre todo porque nadie se fía de la Ley de Arrendamientos.

Hace unos meses Cataluña empezó proponiendo un control de los precios de los alquileres de las viviendas, visto que se estaba produciendo un progresivo aumento de sus precios, básicamente por la habitual razón de la disminución de la oferta, o del aumento de la demanda. También es posible que por la conjunción de ambas causas, que es lo normal en este mundo en que vivimos donde la ley de esa oferta y demanda es el pan nuestro de cada día.

Hoy, ahora, se nos anuncia que eso mismo se pretende implantar en toda España con objeto de hacer más fácil al ciudadano el acceso a una vivienda.

Comprendo que se quiera facilitar haciendo que los precios se moderen como para que sea posible el tener una casita. Es loable defender a las economías maltratadas por esta situación que vivimos.

Pero no comparto en absoluto que se haga obligando a la propiedad privada a cubrir unas necesidades que las diferentes administraciones de los diferentes niveles y colores políticos, y a lo largo de decenas de años, se han negado a cubrir, sin darse cuenta (o sí), de que eran y son ellos mismos los causantes de la situación.

Es muy fácil, y muy cínico, levantar la bandera de la defensa de los menos favorecidos, que sin duda lo necesitan y merecen esa ayuda, cargando el peso en los propietarios particulares, los malos de la película, que muchas veces cuentan con aquellas para su propia supervivencia y que están hartos de pagar impuestos por los siglos de los siglos, fruto de diferentes vaivenes legislativos, más inclinados a la recaudación que a la regulación.

Y es que la solución ha estado siempre en manos de esas administraciones y nunca la han querido aplicar, ya sea por dejadez, ya sea por falta de visón o por poco sentido de su responsabilidad.

No invento nada, porque todo está ya inventado: ¿queremos que haya oferta en cantidad y a buen precio? Fácil.

A corto plazo, legislando para que los propietarios tengan seguridad jurídica, no variando las condiciones cada lunes y cada martes, haciendo que puedan tener la seguridad de que aquél que no cumple con sus obligaciones de pago y conservación pueda ser, como en el resto de países, expulsado de la vivienda (y ojo con los destrozos). ¿Qué algunos tienen dificultades con hijos, minusválidos o cualquier otra carga insoportable ? Pues tengan ustedes, la administración, medios para darles nueva vivienda en condiciones, cargadas al erario, que para eso están ustedes, para eso los votamos, y no al particular, que está inerme ante todas estas situaciones. Y no hablemos de los okupas.

A largo plazo, promuevan ustedes un parque suficientemente grande de viviendas en alquiler, no cien o doscientas, sino miles, costeadas con fondos públicos, administradas por esos medios públicos. Dediquen fondos suficientes y apliquen el resultado de los propios alquileres a nuevas construcciones, que es lo que desde hace muchos años se ha hecho en Gran Bretaña, por ejemplo.

Ya solamente con la primera medida conseguirán que muchas propiedades se pongan en el mercado y con la segunda, al poner una masa importante en competencia, verán que pronto los precios se ponen a tono.

No hace falta ser un premio Nóbel para saber eso, pero claro, es más fácil demonizar una situación que ponerla remedio.

Lo peor es que esto no es solamente de ahora, es que, salvo por algún que otro rayo de luz, ha sido siempre así.
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