Los alijanos "dan zapatilla para espantar la polilla" y al covid-19

No hubo este martes comparsas ni cánticos por las calles de Alija del Infantado, uno de esos pueblos de León donde el Carnaval se llama Antruejo y se vive con especial intensidad

T. Giganto
16/02/2021
 Actualizado a 16/02/2021
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Si no fuera por el virus, este martes por la mañana en Alija del Infantado más de uno se hubiera despertado con los cánticos de la comparsa. Hubieran llegado hasta sus alcobas unas coplillas cargadas de esa sorna que muchas veces lleva consigo la tradición y más si esta viene de la mano del Carnaval en un pueblo como este donde el gusto por los disfraces y el buen humor se llevan en la sangre. Por eso se niegan a dejar de celebrar una fiesta tan especial, aunque sea separados en un martes de Carnaval que siempre acostumbra a ser un día de encuentros detrás de una máscara y no detrás de una mascarilla. Pero la distancia agudiza el ingenio y hace las raíces más fuertes aún. De ahí que Javi, Nieves, Yazaira y Canto se juntasen este fin de semana, siendo no más de cuatro según establece la normativa para evitar la propagación del virus, para ponerle a ese ritmo de siempre la letra nueva, esa a la que cada año dan forma en una especie de crónica de lo más destacado de los últimos 365 días. La picaresca, las buenas noticias, las no tan buenas y, por supuesto, el coronavirus han tenido hueco en «un año muy raro» que no han querido dejar escapar sin sacar una sonrisa entre sus vecinos aunque sea en forma de vídeo.

Alija del Infantado es uno de esos pueblos de León donde al Carnaval se le llama Antruejo y en el que guardan con cariño los ritos más ancestrales de mascaradas que llevan el nombre de jurrus y castrones. De esa raigambre nació El Hilandón, un grupo folclórico que vela por no olvidar de dónde vienen los alijanos. Entre sus muchas actividades anuales, en las que se incluye una ronda y una boda al más puro estilo tradicional, se incluye la celebración del Carnaval para la que anualmente preparan la comparsa del martes, un día que este martes no pudo ser más que en forma de vídeo a través de las redes sociales. Cuatro integrantes de El Hilandón pusieron a funcionar su ingenio y sacaron adelante esas coplillas típicas de las fiestas del Carnaval, las cuales publicaron a las 9:30 horas de la mañana de este martes, el momento en el que de no ser por el virus hubieran salido a la calle para entonarlas. «Tanto tiempo estar en casa ya me hizo comprender que es mejor dar zapatilla para espantar la polilla», han cantado este año para espantar también el virus que ha dejado las arcas y armarios desoladas por no haber quien las eche mano para convertirse en otra figura popular de los carnavales de Alija y que es el «paparracho». «Así llamamos en el pueblo a quienes se disfrazan con lo primero que pillan en casa», explica Yazaira, alijana que ha participado en la comparsa ‘virtual’ de este Carnaval y que recuerda con nostalgia los precedentes. «Se hace raro no encontrar a ningún jurru por la calle, no ver a nadie que aparece por cualquier calle disfrazado sin que se sepa quién es... Todo este año es tan raro...», reconoce esta inconformista que no dejó ganar al virus la batalla y se plantó poniendo letra al año en Alija.

La apertura de un supermercado en el pueblo o la de alguna casa rural han sido protagonistas de las estrofas de este año en las que también han sido objetivo de la sorna los que mandan. «Al equipo de gobierno le queremos regañar, que no echen tanto cemento y fuñiguen algo más», cantaron para cumplir con una tradición en la que se han querido acordar de quienes regentan los bares del pueblo. «También a la hostelería les queremos animar pues ya queda menos tiempo, volveremos a churriar», han cantado estos cuatro alijanos que inmortalizaron el Carnaval más solitario de cuantos recuerdan. Y en esas letras, además de unas cuantas verdades, dejaron constancia de que «este año es tan triste que ya no sé que pensar, por mucho que queramos no nos sale ni rimar». Pero las rimas salieron y la tradición también. Lo hicieron abriéndose paso en mitad de una pandemia que llegó para cambiar la rutina de los alijanos que solo se tapaban la cara en Carnaval. «Ahora se cubre todo el año pa’ que no nos entre el mal».
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