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Los 20 de Tabuyo: con las botas puestas y la cara negra

17/10/2015
 Actualizado a 13/09/2019
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Luis avanza con todo el equipo a cuestas. Camina en este otoño frío por las carreteras castellanas. Transita en la marcha negra a Madrid. Con su mono de trabajo, sus botas y su casco. Pero además Luis lleva encima de sus hombros el motivo de su lucha, el futuro y sus esperanzas de vida. Este ingeniero de montes, especialista en las Brigadas de Refuerzo de Incendios Forestales (Brif), con base en Tabuyo, recorre kilómetro tras kilómetro con un pequeñajo de ojos despiertos, mirada juguetona y alegre, pero que sabe lo que es una pelea a vida o muerte, a pesar de no tener más de dos años de edad. Valiente Valentín, valiente entre todos. Una personita que apenas nació tuvo que empezar a retar las leyes vitales para seguir respirando. Un rapaz, que decimos por aquí, que ya tiene título para un libro, o una película: ‘La vida del valiente Valentín (V3)’.

Un ejemplo para los 20 brigadistas que lo acompañan a Madrid. Dos decenas que esperan ser un centenar cuando lleguen a la capital. Cuando se tengan que ver, si es que los reciben, con la señora García Tejerina, Ministra de Medio Ambiente. El conflicto es bien sabido. Y además es bien simple. Solo son unos currantes, que en la mayoría de los casos aman su trabajo, que quieren tener unas condiciones dignas. Porque como ya he repetido muchas veces, ellos no llegan a la oficina, ni a un almacén, ni a una fábrica. Esta gente se juega el pellejo en los incendios que los demás vemos por la tele. Ellos son los que están a medio metro de unas llamas de dos, con la cara negra y la muerte acechando.

Los señores de Tragsa, empresa contratada por el Gobierno para la gestión de estas brigadas, consideran que todo esto vale poco más de 800 euros al mes, sin poder ofrecer a los que llevan 20 o 30 años dejándose la piel una segunda actividad, sin considerarlos lo que son y para lo que están preparados y preparándose todo el año: bomberos forestales.

En opinión del que suscribe, los 20 de Tabuyo, al igual que el resto de compañeros de todo el país, lo tienen muy complicado. Creo que en Tragsa no van a ceder a la totalidad de sus reclamaciones, justas peticiones todas. Y es precisamente por ello por lo que más admiración me causan. Llevan casi tres meses en huelga, con cientos de iniciativas. Todas ellas pacificas, trabajadas, culturales. Intentando primero informar a la gente de quiénes son y qué hacen. Pidiendo reuniones con cada ‘actor’ del conflicto, con cada grupo político, con quien pueda y quiera escucharles. Pero ojo, sin dejar de apagar fuegos, incluso superando en cada siniestro la participación más allá de los servicios mínimos fijados. Más de uno en tiempo de huelga se ha calzado el peto y ha ido, otra vez, a jugarse la vida.

¿Eso no es compromiso con la labor? Pues que venga Dios y lo vea. Y lo peor de todo es que los miembros del gobierno no son ni tan siquiera un poco listos. Según está la gente, quemada por todo, sufriendo para cumplir con la nevera a fin de mes y viendo cada día a cargos públicos presumir de asesores, con coches de colección, o intentando freír pollos sin licencia, con un par… no estaría mal, como digo, que a tres meses de las elecciones, aunque solo sea por esa razón partidista, tuvieran un gesto con las Brif. Ya no pediremos a los señores gobernantes que lo hagan por todas esas razones de peso que los trabajadores llevan exponiendo tanto tiempo. Que lo hagan al menos por ganar votos, pero que lo hagan. Es así de triste pero nada más se puede pedir de quien no sabe dar. Que sea por lo que quieran, pero que sea y que sea pronto. Que el Magrama y Tragsa miren a Valentín, que con unos cuantos meses de vida ya enseñó mucho más de lo que ellos demostrarán jamás.
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