Los 14 de Casetas

Los 14 de Casetas’ era la expresión con la que los vecinos de la cuenca minera de Sabero se referían a la mayor tragedia de la minería del carbón provincial, que tuvo lugar en 1954 en una explotación de la zona, y es el título también que le ha puesto a su película documental sobre el accidente Raquel Rodríguez, jovencísima realizadora de La Ercina, hija y nieta de mineros, quien con ese trabajo se incorpora a la ya importante nómina de directores de cine leoneses (José María Martín Sarmiento, Felipe Vega, Julio Sánchez Valdés, Julio Suárez…).

La película de Raquel Rodríguez, a la que he tenido el honor de contribuir con mi pequeño grano de arena, apenas una cita literaria en su comienzo, es un primer trabajo dignísimo y tiene para mí una gran virtud: la de dar la voz a los protagonistas de la historia, los supervivientes del accidente, los familiares de los fallecidos (la tragedia dejó la zona sembrada de viudas y niños huérfanos), los que participaron en las labores de rescate o informaron del accidente para los medios de comunicación del momento, en lugar de apropiarse de ella, como suele ser lo habitual en el género. Así, el documental se articula como un relato coral, como un conmovedor testimonio, sin mixtificaciones ni énfasis impostados, en el crudo y emocionado vaciado de sus conciencias por parte de unas personas a las que no se suele escuchar jamás. Incluso el periodista que cubrió los hechos para la prensa de la época da su versión humana de aquellos días en lugar de permanecer oculto tras la noticia, que es lo que normalmente sucede.

Ahora que la minería española agoniza, ahora que todo ese mundo (la mina no es sólo una forma de vida, es también una cultura y una manera de vivir), trabajos como el de Raquel Rodríguez, aunque hablen de épocas ya remotas, son más necesarios que nunca, pues, aparte del cine que lleven dentro, sirven de testimonio de una actividad que pronto será un recuerdo en la historia. Y es que el cine, como la literatura, es también memoria histórica.