Logistic plataform de la brisca

Por Fulgencio Fernández y Mauricio Peña
22/12/2017
 Actualizado a 04/09/2019
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Hubo una vez –no es un cuento de Navidad, aunque sean tiempos para ello– un tren y un apeadero y un pueblo y gente que se subía y bajaba, hasta el punto que había que empujar para hacerse con un sitio en el vagón.

Hubo una vez –esto sí que es un cuento, pero de terror– un pueblo al que fueron quitando trenes y se fue quedando sin servicio y sin sentido el apeadero. Y las gentes iban a la dársena a tomar el sol y echar una parrafada, por aquello de no desaprovechar los recursos, que «vete a saber las perras que costó para nada».

Y así fue cómo un día llevaron una mesa, y otra un tapete y después una baraja y se juntaron mujeres que sabían jugar a la brisca, para entretener esos ratos que deja libre la conversación, que la vida no da ya para 24 horas de noticias, a no ser que repitas siempre las mismas, en bucle, como en los telediarios de la tele pública.

Pero había días de viento, incluso de llovizna, que en Asturias dicen orbayo. Y como casa que no tiene perro, casa que no tiene dueño, fueron haciendo obras en aquel apeadero de Torneros y de sus cenizas nació un Centro de Interpretación de la Brisca y un espacio para el filandón y la palabra y un lugar de encuentro.

Es lo que los técnicos llamarían Logistic Plataform de la brisca.
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