31/03/2022
 Actualizado a 31/03/2022
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No puede haber tanto ‘fascista’ en España; es imposible. Pero parece que el gobierno y los medios que dicen a todo «amén», así lo creen. ¡Hombre!, si es cierto que los hay, pero no tantos. Vox es un ‘hijo’ del gobierno de Sánchez, como Podemos lo fue del de Rajoy. Los políticos tienen la manía de pensar a corto plazo, hasta las siguientes elecciones, mientras que los estadistas lo hacen por lo menos a una generación vista, porque al final son los hijos los que heredan los aciertos o los fallos de los padres. Sánchez quiere, como todo político, quedarse en el poder el mayor tiempo posible y para ello intenta debilitar a su adversario. ¿Cómo?, pues muy sencillo: apoyando otra alternativa en esa parte del espectro político. Pero como le ocurrió a Don Mariano, el ‘inane’, con Podemos, la cosa se les va de las manos, adquiriendo el engendro viva propia. Vox sube y sube en los sondeos, como un recién nacido con voraz apetito. Cuando se dan cuenta del error, utilizan la estrategia de «¡qué viene el lobo!». Lo han repetido tantas veces que al final nadie se lo traga; y sí, al final acaba por llegar cuando la cosa no tiene remedio. Oír a todos los ministros y a los medios afines dar la matraca con lo de que los convocantes del paro de los camioneros son de ultraderecha, peones de Putin y otras lindezas semejantes, produce sonrojo. No sé quién es ahora el gurú que maneja los hilos en el Psoe, pero sí sé que su estrategia es un puro desastre. Las elecciones en Madrid no las ganó Ayuso: las perdieron ellos. Me temo que, a nivel nacional, ocurrirá algo parecido. El Pp y Vox lo mejor que pueden hacer es no ‘gutir’, esperar a que ellos hablen; son unos fenómenos dando argumentos al enemigo... Decía Bismarck que «España es la nación más fuerte del mundo; los españoles llevan siglos intentando autodestruirse y no han sido capaces»; y añadió: «lo increíble de España es que con una clase política tan inepta, todavía exista el país». Esto opinaba el canciller alemán hace un siglo y medio y parece que lo hubiera dicho ayer. Como veis, poco o nada ha cambiado. Seguimos teniendo una clase política lamentable y seguimos queriendo cargarnos el Estado casi a cualquier precio; si no estáis de acuerdo en lo que escribo, preguntadles a los catalanes... Repitiendo lo escrito líneas arriba, el asunto, por desgracia molar, es que Vox, en las próximas elecciones conseguirá un montón de diputados, seguramente tantos como el Pp, y que tocarán el pelo del poder, como ocurre aquí, en Castilla y León. A uno, la verdad, es que le da repelús pensarlo siquiera, pero ocurrirá, no tengáis dudas. No sé qué demonios tiene el Palacio de la Moncloa, pero parece que sus ocupantes pierden el norte con una facilidad pasmosa, haciendo cosas que no tienen ni pies ni cabeza. Siempre ha sido así, desde Felipe hasta Pedro, pasando por los del medio. Deben de ser los fantasmas del edificio que se vengan de los ‘ocupas’ volviéndolos locos y dementes. Una buena idea sería cerrar el edificio y construir uno nuevo, libre de espíritus perversos y trasladar allí la sede del Gobierno...; a lo mejor la cosa mejoraba.

También dijo Bismarck que «te diré el secreto de la política: firmar un buen acuerdo con Rusia». Parece que los alemanes, los franceses y, sobre todo, los americanos, no han leído al Canciller de Hierro. Nos guste o no, los rusos son tan europeos como nosotros y, conociendo su potencial en casi todos los aspectos, es conveniente llevarse bien con ellos. Qué un gobierno como el alemán, socialdemócrata, coaligado con los Verdes, se haya entregado con tanto entusiasmo a rearmarse hasta los dientes para hacer frente a los rusos, no tiene ningún sentido. En el caso de los Verdes, sólo cabe decir aquello de «quién te ha visto y quién te ve»; algo muy parecido a lo que sucede con el Psoe aquí. Si Willy Brandt levantase la cabeza y viese lo que ocurre, moriría por segunda vez de un patatús apocalíptico...

Mientras tanto, la guerra sigue su curso y nadie dice la verdad de lo que pasa. También dijo Bismarck que «la gente nunca miente tanto como antes de unas elecciones, durante una guerra y después de una cacería». (Os pido perdón por la reincidencia con las frases del bigotudo canciller; sé que me he pasado un poquito). La cosa es que nadie está diciendo la verdad, ni los unos ni los otros. Lo malo es que nosotros, el pueblo, nos tragamos todos los embustes sin tomar protector de estómago, y, ¡claro!, dormimos muy mal por las noches. A nosotros ‘no nos queda’ más remedio que creer lo que dicen nuestros gobiernos y los medios afines, y a ellos les pasa lo mismo con los suyos. Es evidente que nadie dice la verdad, que es la primera víctima de la guerra. Estoy hasta la peineta, o más allá, de escuchar que Putin es un enfermo, que está loco, que toma drogas, etc, etc. Qué pasa, ¿qué nuestros dirigentes están todos cuerdos, están sanísimos y son sobrios y frugales? Un poco de por favor, por favor... Salud y anarquía.
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