Lo que pueden hacer unos cuantos hombres de buena voluntad en media docena de años

Miguel Ángel Diego Núñez
05/04/2019
 Actualizado a 13/09/2019
Hace ahora un siglo, en abril de 1919, el regionalista leonés José Sánchez Rojas publicaba en ‘El Sol’ una de sus crónicas, que lleva por título ‘Los luchadores de Murias de Paredes’. En ella resume brevemente y con claridad meridiana la trayectoria política del distrito a lo largo de varias décadas:

«Don Eduardo Dato Iradier, jefe del partido conservador, ha sido veintiocho años diputado a Cortes por el distrito de Murias de Paredes en la provincia de León. En Murias no se ha edificado una escuela, no se ha trazado un camino vecinal, no se ha levantado un puente, no se ha explotado un palmo de su riqueza minera durante ese tiempo. Muchas de las aldeas de ese distrito están completamente aisladas y son sencillamente inaccesibles. (…) El bello rinconcito leonés no ha tenido hasta la fecha procurador en Cortes diligente y enterado.

Pero hartos los naturales de Murias, acordaron fundar una colonia. (…) La ‘colonia’ se trocó en un núcleo vivo y peligroso para el orden oficial.

La lucha ha durado varios años. Dos, tres veces aparece la ‘colonia’ derrotada. (…) El descontento del distrito crece hasta tal punto que Dato piensa en un sustituto, guareciéndose gracias a los Urquijo en Vitoria (…)

La batalla está ganada. Un viejecito afeitado, pulcro, el filántropo de Laciana, D. Tomás Rodríguez y Rodríguez, alcanza en las últimas elecciones el acta de Murias, sin lucha, por el artículo 29, representando a la ‘colonia’.

Los murienses levantan escuelas en San Miguel de Laciana, en Sosas, en Llausas, en Rabanal de Abajo, en Torre; el Ayuntamiento de Riella alcanza su fuente y se acaban las obras del puente de Láncara; la ‘colonia’ regala dinero para el camino de Valle-Gordo hasta Fosgar, para el puente de Villaverde, para las casas de los maestros de Tejedo, Valbuena y otras aldeas. (…)

Ejemplaridad de la colonia. Los ‘colonistas’ –así se llaman entre sí estos valientes de Murias de Paredes: el laureado teniente coronel D. Segundo García, el comandante D. Fabián Rubio, el labrador D. Evaristo Fernández, el médico Sr. Arienza– han tomado el buen acuerdo de editar un folleto, contando sencillamente lo que pueden hacer unos cuantos hombres de buena voluntad en media docena de años. (…)

El retablo se resquebraja de tan viejo y tan pocho como está. Y esta es, amigos, la hora de acabar, silenciosa y abnegadamente, sin alharacas ni ruidos, con esos señoritos que viven del miedo ajeno».

Ahora, después de una centuria, los leoneses estamos llamados a seguir el ejemplo del distrito de Murias en toda la Región Leonesa. Tuvimos a Dato y después a Martín Villa, Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy. Necesitamos un puñado de hombres con voluntad decidida para sacar al País Leonés del marasmo en el que está sumido, en lo cultural, lo económico, lo político, lo social y lo demográfico. Entonces el revulsivo estuvo encarnado por el diputado Tomás Rodríguez y Rodríguez, identificado como ‘regionalista’, que entró a formar parte de tal minoría del Congreso de los Diputados y que superó el número de 20 miembros. Él fue quien, en 1918, ofreció un banquete de agasajo en el Hotel Ritz a Francesc Cambó, organizado por los diputados y senadores regionalistas con motivo de la participación de éste en los Consejos de la Corona.

Son ya más de 40 los años de retraso los que la Región Leonesa acumula en la última etapa democrática respecto a las demás regiones españolas. Pese a todo, el Reino de León va arañando reconocimientos –por ejemplo, de la Unnesco, que le señala como origen del parlamentarismo–, incluso de Podemos, que ha presentado una proposición no de ley para que la misma Constitución incluya en su texto al Pueblo Leonés como entidad colectiva individualizada. Pero eso no basta, además de destacar la unidad y personalidad de la Región Leonesa, es preciso señalar su situación real y poner en marcha todas las medidas que le permitan alcanzar el grado de desarrollo económico, de infraestructuras y social que reviertan la tendencia a su desertización en todos los aspectos. Y para lograr eso necesitamos también diputados regionalistas leoneses.

Miguel Ángel Diego Núñez es autor del libro ‘Regionalismo y regionalistas leoneses del siglo XX (una antología)’
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