Lo que no consiga una madre

En la provincia de León alrededor de 700 niños de Educación Infantil y Primaria tiene algún tipo de discapacidad, según datos del Sindicato Stele, y la mayoría de ellos están matriculados en el sistema educativo ordinario. Podría decirles que además de matriculados están ‘integrados’, pero lo cierto es que la inclusión real de estos niños en la escuela ordinaria, es para todos nosotros una asignatura pendiente.

Los alumnos con necesidades educativas especiales tienen una forma diferente de aprender, a veces también un ritmo distinto a la mayoría, y requieren por ello de unos apoyos específicos para poder seguir las clases e integrarse de forma plena con el resto de sus compañeros. Hasta aquí la teoría, que es cojonuda. El problema es el de siempre, los apoyos que se imparten en los centros escolares son claramente insuficientes, algunas veces incluso están mal planteados.

Segunda parada: sortear al profesor inadecuado, ese tipo de docente que cada inicio de curso cruza los dedos para que no le toque en su clase ningún alumno con diversidad funcional. «Qué pereza, qué cansancio, quita, quita, que sea una promoción fácil y pase pronto el curso escolar». Esos que no saben ni cómo tratarles, que creen que entorpecen su trabajo y suponen un lastre para el resto de la clase. Lo que no saben, es que el verdadero lastre son ellos.

Ya sé que falta formación, que se necesitan más profesores, más medios didácticos, bajar el número de alumnos por aula y un sin fin de cosas más. Pero por encima de todo ello necesitamos docentes vocacionales, valientes, entregados, esos que cuando miran al alumno con discapacidad no ven un problema, ven un reto, una motivación y una oportunidad. Estos maestros sacan más niños adelante cada año que todo lo anterior junto, créanme.

Y la carrera de obstáculos continúa, tercera parada: los padres (de los demás). No les voy a descubrir nada nuevo si les digo que formamos parte de una sociedad profundamente egoísta, insolidaria y competitiva. Son muchos los padres que no acaban de aceptar que en las aulas de sus hijos haya alumnos con necesidades educativas diferentes, dicen que crean problemas, que retrasan la clase, desconcentran a sus compañeros… Y es cierto, eso a veces ocurre. Pero lo que debemos plantearnos como padres es la prioridad que le damos a lo que aprenden nuestros hijos en el colegio. ¿En serio son tan importantes los logros académicos cuando hablamos de niños de 4, 5 o 6 años?

Siempre que se habla de la escolarización de niños con discapacidad en la escuela ordinaria, se repite hasta la saciedad las ventajas que esto supone para ellos y cuanto ayuda a normalizar su vida. Pero nos olvidamos de algo fundamental, que es explicarle a la gente que aquellos alumnos que no tienen esas dificultades se benefician tanto o más de esa convivencia. Son niños que desde muy pequeños aprenden a aceptar con total naturalidad las diferencias, ven como cada uno aprende de una manera diferente, y se hacen conscientes del esfuerzo que han de hacer estos niños para conseguir cosas que a ellos les resultan fáciles. Aprenden y ponen en práctica valores que de otra forma no sería posible: empatía, respeto, solidaridad, ayuda mutua… aprenden a ser personas. Y eso sí debería ser una prioridad.

La realidad es la que es. Estos niños están ahí y tienen los mismos derechos que el resto, no se olviden de eso.

De toda esta lucha nace la asociación Todos Sumamos-Creando Inclusión, y a pesar de que acaban de arrancar su andadura, ya representan a más de 120 familias leonesas. Son familiares, amigos y docentes de niños con necesidades especiales. Y madres, esto lo han impulsado las madres. El camino será largo, y ellas ya saben que no será fácil. Confío en que cambiarán las cosas, mejorarán la vida de sus hijos y la de todos los demás, porque, y que me perdonen los papás, lo que no consiga una madre…

Sofía Morán de Paz (@SofiaMP80) es licenciada en Psicología y madre en apuros