"Lo que le falta al montañero es formación"

El sargento Enrique Ferrero, jefe del Greim de Sabero, asegura que el accidente por causas naturales es un porcentaje mínimo, casi todos son por imprudencias

I. Herrera
05/04/2018
 Actualizado a 13/09/2019
Un momento del programa ‘Entre nosotras’ con Ferrero. | DANIEL MARTÍN
Un momento del programa ‘Entre nosotras’ con Ferrero. | DANIEL MARTÍN
Enrique Ferrero, sargento de la Guardia Civil y jefe del Grupo de Rescate Especial de Intervención de Montaña (Greim) con base en Sabero, perdió a un compañero en el accidente de La Polinosa de agosto de 2014 en el que fallecieron tres guardias civiles (dos pilotos y un agente del Greim) cuando rescataban a una persona. Ferrero estaba allí ese día, junto a la víctima, y aunque no fue fácil, sigue desempeñando su labor «con seguridad»; «cuando tienes una desgracia así en la vida yo creo que la clave está en integrar dentro de tu cabeza esas vivencias».

Además, como dice Ferrero, hay que saber que «es muy difícil que te vuelva a pasar». Pero es que «este trabajo te da una de cal y otra de arena», reconocía el sargento de la Guardia Civil, invitado al programa ‘Entre Nosotras’ que cada miércoles emite Cope León en colaboración con La Nueva Crónica. Una de cal y otra de arena porque los rescates no siempre son de personas vivas, aunque destaca lo agradecidos que son tanto las víctimas como, en los casos más tristes, los familiares.

La montaña, expone, ha evolucionado mucho, «antes a la montaña iba uno de cada pueblo y le etiquetaban de loco», ahora hay muchas actividades para hacer y muchos son los que salen a la montaña. De hecho, lo que falta, a juicio de Ferrero, es formación. «Quizá el 80 o el 90% de los rescates se deban a imprudencias, el accidente por causas naturales es un porcentaje mínimo». Una mala planificación de la actividad, una material inadecuado... accidentes que se podrían evitar. «Sobre todo, lo que le falta al montañero es formación», sostiene.

Ferrero es uno de esos pocos agentes de montaña de la Guardia Civil que llegó casi de ‘rebote’. Ni venía de ese mundo ni lo ha heredado, como es habitual. Estudió magisterio y se licenció en Psicopedagogía, incluso trabajó durante año y medio en Asprona, pero tenía muchos amigos metidos en este mundo que le fueron animando y, al final, a base de fuerza de voluntad, su trabajo, junto a su familia, es, como decía este miércoles, lo mejor que tiene porque no hay nada que te aporte más satisfacción en la vida que ayudar a una persona. «En el momento en el que te llaman para salir es un plus de fuerza porque sabes que una persona necesita ayuda y tu se la vas a dar», asegura.
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