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Lo que el Rey no ha dicho

27/12/2022
 Actualizado a 27/12/2022
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El discurso navideño del Rey, sobre todo en los últimos años, es esperado con especial interés en esos minutos previos a las entrañables y familiares cenas de nochebuena. Teniendo en cuenta que requiere la censura previa del gobierno de turno, se diría que tiene poco margen de libertad para decir lo que quiera. Más de uno podrá pensar qué pinta un Rey que reina, pero no gobierna. Sin embargo, la figura del Rey debería ser algo así como la de un padre y una madre que, aunque no tienen potestad para decir a sus hijos mayores de edad lo que tienen que hacer, merecen ser escuchados.

El discurso navideño del Rey se convierte necesariamente un una obra de arte para no callarse ante los graves problemas que afectan a la nación guardando un difícil equilibrio para no ofender a nadie. Por ello sus medidas y comedidas palabras han de ser analizadas minuciosamente. Se entiende por ello que ninguno de los grandes partidos manifieste discrepancias con las palabras de Su Majestad. ¿Acaso alguno de ellos podría censurar el hecho de que nos invite a respetar la Constitución? Sin embargo, el gran problema de España hoy día es, precisamente, que quienes más influyen en el gobierno de la nación son los que están en contra de la unidad de España, los que quieren dejar de ser españoles, o sea, los enemigos de España. Y también los enemigos del Rey, que, si pudieran, lo mandarían al exilio, como a su padre.

Durante las últimas semanas he tenido el humor de escribir en un papel una serie de adjetivos calificativos que he oído y leído en distintos medios de comunicación y que hacen referencia a lo que no debería ser nunca un gobernante. Me he tomado la paciencia de ordenarlos alfabéticamente: Amoral, Autócrata, Caradura, Cobarde, Dictador, Egoísta, Ególatra, Falso, Fanático, Felón, Golpista, Hipócrita, Ignorante peligroso, Imbécil, Indigno, Mal educado, Malo, Manipulador, Mentiroso, Narcisista, Populista, Psicópata, Sátrapa, Sectario, Soberbio, Traidor, Tramposo, Prepotente, Ridículo, Vanidoso…

Afortunadamente, ninguno de estos calificativos es aplicable a Felipe VI. Por eso deseamos de corazón que siga presente en nuestras vidas, teniendo en cuenta que a veces su sola presencia vale más que mil palabras. Y también le damos nuestro apoyo para que, si la ocasión lo requiere, diga una palabra oportuna, incluso con un poco menos de ‘diplomacia’, como ya hizo en su momento ante el golpe independentista. Gracias, Majestad, por sus palabras, por su claro mensaje verbal y no verbal.
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