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Lo nuevo ‘normal’

23/08/2018
 Actualizado a 15/09/2019
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La definición de normalidad es escurridiza y se desliza entre los dedos de cada momento histórico. Lo que fue normal en una época, cambia en la siguiente y lo que es normal para algunos no lo es para otros. Tal vez la normalidad entre la gente joven sea la irresponsabilidad, aunque me duela y me cueste admitirlo, pero cada vez me encuentro, por desgracia, con más ejemplos. O puede que solo recordemos lo malo. He tenido la suerte de cruzarme con jóvenes brillantes que se esfuerzan por su futuro y que son mucho más maduros de lo que cabría esperar. Sin embargo, también escucho y veo actitudes infantiles, irresponsables que llevan a juzgar si hay gente que debería tener los trabajos que tienen, sobre todo cuando implican el cuidado de otros seres vivos. A los jóvenes nos suelen acusar de ser unos ‘cabras locas’ o de no estar centrados, y casualmente, lo suelen escuchar quienes no cumplen con esos modelos. Y aquellos que, visto lo visto, se salen de la media, no son recompensados en muchos casos, sino apartados. Se les exige más por haber sido mejores o responsables, o lo que antes se llamaba normal. Las generaciones anteriores tienen una manía que es criticar a la siguiente a toda costa, pero en este caso, ¿tendrán razón? ¿Somos los jóvenes, en general, unos irresponsables que solo se preocupan por el presente? ¿O es un sesgo que no muestra la realidad? Supongo que la respuesta no es absoluta ni sencilla. Tanto los que piensan que la juventud no tiene más perocupaciones que la diversión como los que ven las virtudes que tenemos los jóvenes, tienen razón. Por suerte o por desgracia no se puede generalizar. Pero, sea cual sea la respuesta no quiero creer que lo normal sea la mediocridad. No quiero creerlo. Pero tal vez lo normal sea no pensar en cosas como buscar trabajo. Puede que lo normal sea tener como única meta la diversión a toda costa, aunque signifique seguir sangrando a los padres, que lo permiten. Tal vez lo normal sea no pensar en las consecuencias de nuestros actos y vivir según lo que marcan nuestras emociones y sentimientos sin pensar en cómo afectan a los demás. Tal vez eso sea lo nuevo normal, o quizás, ojalá, no lo sea.
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