Lo hecho en casa

Con carácter general, para mucha gente lo hecho en casa, artesano, muchas veces personalizado y casi siempre único es mejor que lo de fuera, industrial y fabricado en serie. Esta inclinación ya se la he dejado ver antes pero hoy quiero hablarle de ello porque la situación que vivimos ha hecho que se ponga de moda lo que llaman ‘Home made’ o ‘Taste made’ por aquello de que en inglés sabe mejor que si lo decimos en español.

El estado de alarma y la obligación de confinamiento, con los bares y restaurantes cerrados, han sido durante estos dos meses los causantes de que mucha gente haya cogido el gusto por la cocina. Sobre todo los que nunca habían encendido el horno o apenas se acercaban a la vitrocerámica y aquellos que ni recordaban que tenían guardada una batería de cocina con no sé cuántas piezas.

Con toda la hostelería cerrada, en muchas casas el encender los fogones ha sido cuestión de supervivencia y en otras –las más– no se hace nada nuevo que no fuera rutina hasta aquí. Pero si no fuera por las redes sociales, esa especie de desagüe por el que salen hasta las cuestiones más familiares que a nadie le importan pero con las que disfruta tantísimo el que lo cuenta, no sabríamos cuántos cocinillas ha creado el confinamiento.

Por eso cuando todo esto pase los bares y restaurantes van a tener de aquí en adelante un problema añadido, por si fuera poco el calvario que están viviendo estos negocios dos meses cerrados y con un futuro lleno de limitaciones. Y es que el aumento de cocineros aficionados, por obligación, ha hecho a muchos pensar que lo hecho en casa no está tan mal como pensaban.

Por ejemplo, el chuletón que en la carnicería cuesta diez euros y está igual de bueno que el de cincuenta del restaurante o la ración de cigalas que en la pescadería sale por doce y en la marisquería pagó sesenta. O en el caso de los postres, hay hogares que compraban para el domingo una tarta de confitería que les costaba 28 o 30 euros pero gracias a Youtube han aprendido a hacer un pastel casero, con ingredientes naturales y para diez comensales por apenas 3 euros. Y así muchos dulces hasta el punto de agotar la levadura en los supermercados.