LNC Cofrade: Santa Marina

El Certamen de Santa Marina de 1993 supuso un punto de inflexión en la música cofrade

Xuasús González
18/03/2023
 Actualizado a 18/03/2023
Las bandas partieron en ordinaria desde San Marcelo. | FAMILIA DIEZ ALIJA
Las bandas partieron en ordinaria desde San Marcelo. | FAMILIA DIEZ ALIJA
Pasado mañana se cumplen treinta años desde que, el 20 de marzo de 1993, tuviera lugar en la iglesia de Santa Marina la Real la ‘I Muestra de Música en la Semana Santa’ –el Certamen de Santa Marina–, que supuso un punto de inflexión en la música cofrade leonesa.

Ya unos años antes habían comenzado a producirse algunos cambios: la fundación en 1988 de la Banda de Música de las Siete Palabras –dirigida por José Antonio Fernández de la O– rompía con el único estilo existente hasta entonces, el de cornetas y tambores –en aquel momento había cinco bandas: Jesús Divino Obrero, Minerva, Santa Marta, Jesús y Perdón–; y, en 1991, Angustias apostó también por un nuevo estilo, en este caso el de agrupación musical, con Ángel Esquivel al frente.

Pero las bandas de cornetas siguieron siendo las grandes protagonistas. Y fue la de Jesús, que lideraba Luis Cañón, la que comenzó a buscar un cambio en su música, en donde jugaría un papel fundamental uno de sus componentes: Miguel Ángel Morán ‘Michi’, que entabló relación con Julio Vera, director de las Tres Caídas de Triana. Gracias a ello, entre otras cosas, la banda sevillana vino a León y participó en el Certamen de Santa Marina –mucho tuvieron que ver en su organización Eulogio Blanco y Luis Guillermo Cuesta–, junto a las formaciones leonesas que quisieron, que resultaron ser –además de la Ronda y el canto del Miserere de la Cofradía del Desenclavo– seis: Bienaventuranza, María del Dulce Nombre, Redención, Santa Marta, Jesús y Angustias. Por su parte, Jesús Divino Obrero, Minerva, Perdón, Sepulcro, femenina de Santa Marta y Siete Palabras no participaron.

El Certamen de Santa Marina –las bandas llegaron tras un pasacalles en ordinaria desde San Marcelo– resultó todo un éxito, no solo por la gran cantidad de asistentes –decenas y decenas de personas tuvieron que quedarse fuera– en una época en la que no se organizaban conciertos; sino, sobre todo, porque pudieron comprobar de primera mano las posibilidades que podía ofrecer una banda de cornetas y tambores. A partir de entonces se fue generalizando una progresiva evolución en la forma de trabajar de las formaciones leonesas: cambio en la instrumentación, introducción de partituras, más horas de ensayo, organización de conciertos, grabación de discos… Pero, por encima de todo, comenzó a entenderse la música cofrade de otra manera.

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