LNC Cofrade: Redención

El Crucificado de los de negro y rojo procesionó en León por vez primera hace 30 años

Xuasús González
06/05/2023
 Actualizado a 06/05/2023
El Cristo de la Redención en procesión en el año 1993. | LUIS CARLOS SINDE
El Cristo de la Redención en procesión en el año 1993. | LUIS CARLOS SINDE
Una recién nacida Cofradía de la Redención –erigida el 17 de enero de 1991– procesionó en sus dos primeras Semanas Santas el Cristo del Desenclavo que le cedió Minerva. Intentaron sin éxito sacar a la calle al Cristo de la Cruz Quemada –que recibe culto en las Concepcionistas– y, en 1993 –hace treinta años–, salió por vez primera otro Crucificado –Nuestro Señor Jesús de la Redención–, que había llegado a León por un cúmulo de casualidades en mayo del año anterior.

Según se cuenta, dos hermanos –ambos pertenecientes a la cofradía– que trabajaban en el antiguo centro penitenciario de Nanclares de la Oca, en Álava, supieron de una imagen muy deteriorada –dicen, incluso, que tenía una diana pintada en el pecho–, que estaba poco menos que ‘almacenada’; y, de acuerdo con el capellán, la trajeron a León –en la baca del coche– para ser procesionada por la cofradía. Se guardó durante algún tiempo en los bajos de la iglesia de la Asunción y, tras el asesoramiento de Manuel Valdés –catedrático de Historia del Arte de la Universidad de León–, fue restaurada por Valentín Yugueros antes de su primera salida procesional.

A comienzos de 1995, sus propietarios –Instituciones Penitenciarias– se interesaron por la talla, que resultó ser de gran valor artístico, del s. XVI, atribuida al círculo de Juan de Anchieta. Hasta León viajó Manuel Avilés, que había sido director de la prisión de Nanclares de la Oca hasta dos años antes, contactando con la cofradía, en cuyo seno –lo cuenta Javier Álvarez Nogal– se respiró cierta, digamos, intranquilidad, teniendo que trasladar a carreras la imagen –en una ambulancia, dicho sea de paso– desde el almacén de una tienda de muebles en que se encontraba hasta las Carbajalas, para ser supervisada por el alto cargo de Justicia e Interior, de lo que quedó constancia escrita.

El desenlace fue, probablemente, mejor de lo esperado: el 3 de abril de 1995, Paz Fernández Felgueroso –secretaria de Estado de Asuntos Penitenciarios– y Francisco Javier García Castañón –abad de la Redención–, firmaban un convenio con el que se oficializaba la cesión de la imagen. Y, aún más, meses más tarde era cedida a la penitencial otra imagen de su propiedad que se encontraba en la prisión de Alcalá de Henares: un Ecce Homo –Nuestro Padre Jesús de la Misericordia– del s. XVII, obra de Luisa Roldán, ‘La Roldana’, también de gran valor.


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