LNC Cofrade: Quinientos años

La referencia más antigua conocida de una procesión de Semana Santa en León, de 1521

Xuasús González
17/04/2021
 Actualizado a 17/04/2021
Un acta capitular de la Catedral da cuenta en 1521 de una procesión. | ACL
Un acta capitular de la Catedral da cuenta en 1521 de una procesión. | ACL
Se cumplen este año quinientos de la referencia más antigua conocida de una procesión de Semana Santa en León.

Se vivían, por aquella época, tiempos de inestabilidad. Tras la muerte de su abuelo materno, Fernando el Católico, en 1516; y con su madre, Juana ‘la Loca’, viuda y apartada del trono aduciendo una enfermedad mental, Carlos I recibe la Corona de Castilla, además de la de Aragón, que sumaba a sus dominios en Flandes, heredados de su padre, Felipe el Hermoso. Y a ello se añade que, en 1519, fue elegido ‘rey de Romanos’ –futuro soberano del Sacro Imperio Romano Germánico– tras fallecer su abuelo paterno, Maximiliano I.

Así, un joven rey, nacido y educado en Flandes, se hizo con una Corona de Castilla de la que poco –ni siquiera su idioma– conocía. Y necesitaría su riqueza para cumplir con su pretensión de ser coronado emperador.

Buena parte de la nobleza y de la burguesía no veía con buenos ojos a Carlos I, y su hostilidad fue en aumento hasta que, en 1520, tras partir este hacia el Sacro Imperio, estalló la Guerra de las Comunidades, un levantamiento armado, eminentemente urbano, que se decantaría finalmente del lado del rey en 1521 –simbólica será la derrota de los sublevados en Villalar el 23 de abril, y la decapitación a la mañana siguiente de sus líderes Juan de Padilla, Juan Bravo y Francisco Maldonado–, entre otros motivos tras bascular el apoyo de muchos nobles afectados por revueltas antiseñoriales hacia él.

En la ciudad de León, que rondaría unos 5000 habitantes, la población estaba dividida entre ambos bandos: el realista, abanderado por la familia de los Quiñones, condes de Luna –con el tercero, Francisco Fernández de Quiñones y Osorio, a la cabeza–; y el de los comuneros, por la de los Guzmanes –liderados por Ramiro Núñez de Guzmán–, y que contaba también con el apoyo mayoritario del cabildo catedralicio y del prior del convento de Santo Domingo, fray Pablo de Villegas.

Y es en ese marco en donde, el Jueves Santo de 1521, 28 de marzo, se documenta por vez primera –hasta donde sabemos– una procesión de Semana Santa en León. De ella da cuenta una de las actas capitulares de la Catedral, fechada al día siguiente –y custodiada en su archivo (n.º 9850, folio 50 recto y vuelto)– que deja constancia de un violento enfrentamiento en el interior del primer templo legionense entre los arcedianos de Triacastela –Andrés Pérez de Capillas, realista– y de Mayorga –Francisco de Lorenzana, comunero– y los partidarios de uno y de otro; y que, ya en 1916, transcribía Eloy Díaz-Jiménez y Molleda: «…y, estando ansy en el dicho aboroto y escandalo, entró la procision de los disciplinantes y levaba adelante de si un cruçifixo y no teniendole aquella Reverencia que devia, dieron muchos golpes en el que levava el dicho cruçifixo e dieron con el en el suelo e de hecho le mataran si no fuera por dios que milagrosamente le quiso remediar…».

Prácticamente nada sabemos de aquel cortejo, más allá de que era una procesión de disciplinantes –en la que se realizaba flagelación pública, a imitación de la sufrida por Cristo; práctica que prohibirá Carlos III en 1777– y de que la encabezaba un crucifijo –no será hasta el Concilio de Trento (1545-1563) cuando se impulse el culto a las imágenes y, con ello, los pasos de Semana Santa–; muy diferente, por tanto –pero antecedente en todo caso–, de las que sacamos a la calle quinientos años después.
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