LNC Cofrade: impacto de la covid-19

LNC Cofrade acude a las penitenciales para conocer el alcance de la pandemia

Xuasús González
20/03/2021
 Actualizado a 20/03/2021
La covid-19 alteró por completo la vida cofrade. | SAÚL ARÉN
La covid-19 alteró por completo la vida cofrade. | SAÚL ARÉN
La covid-19 ha puesto nuestras vidas ‘patas arriba’, cambiando nuestros hábitos y obligándonos a convivir con una enfermedad a la que se deben miles y miles de fallecidos, infinidad de contagiados… y que ha sembrado dolor y miedo.

El mundo cofrade, ni que decir tiene, también ha sufrido. Por los papones que nos han dejado y que lo han pasado mal; pero también al ver como, hace poco más de un año, se suspendían procesiones y otros actos, y se alteraba completamente su actividad. De hecho, encaramos ya la segunda Semana Santa sin procesiones, lejos aún de la normalidad…

El impacto de la covid-19 en las cofradías es, pues, evidente. Y LNC Cofrade ha querido conocer de primera mano, aun de forma somera, su alcance en 2020, para lo que ha acudido a las dieciséis penitenciales, a las que agradece enormemente su colaboración.

La covid-19 no ha influido especialmente en el número de papones: el 31 de diciembre de 2020 se contabilizaban 19.750 cartas de pago –que no es sinónimo de número de papones, pues es habitual que una misma persona pertenezca a más de una cofradía–, apenas 94 menos que un año antes, lo que representa tan solo una bajada del 0,47%. Sin embargo, las penitenciales advierten que quizá sea pronto para valorar este doto pues, en muchos casos, en la fecha citada no se han siquiera cobrado las cuotas o formalizado las bajas por impago. Por otra parte, lo que sí han notado es un descenso en el número de altas con respecto a un año cualquiera.

División de opiniones hay en cuanto al perjuicio económico que ha significado esta situación: se han reducido considerablemente los ingresos, pero los gastos han sido también menores.

La principal consecuencia de la covid-19 la encuentran las cofradías en el desánimo de sus hermanos, al no poder participar con normalidad en la vida de hermandad –sobre todo en las procesiones–; una sensación agravada, si cabe, en aquellas penitenciales que no han salido a la calle en años anteriores por la climatología.

En este sentido, las penitenciales manifiestan cierta inquietud sobre su futuro si esta situación se prolonga en el tiempo; si bien no se muestran, en general, especialmente preocupadas.

Una vez suspendidos los actos públicos –procesiones incluidas– el 13 de marzo de 2020, y tras la declaración del estado de alarma al día siguiente que, entre otras cuestiones, nos confinaría en nuestros hogares, las cofradías trabajaron contrarreloj. Se volcaron en las redes sociales, que fueron su principal canal de comunicación, y gracias a las cuales se compartieron miles de imágenes y vídeos. También publicaron montajes con los que hacerse especialmente presentes en sus días más señalados o, incluso, con iniciativas que invitaban a la reflexión y a la oración. Y, aún más, a través de internet se pudieron seguir algunos cultos retransmitidos desde los templos y celebrados a puerta cerrada.

Pero, si por algo han destacado las cofradías durante esta pandemia, ha sido por su acción social, que es una de sus razones de ser. Desde el primer momento –y hasta hoy mismo– han redoblado esfuerzos, preocupándose –como es habitual– por aquellos hermanos que lo precisaban y organizando campañas para recaudar fondos –incluso con finalidad específica, como sufragar determinados gastos o reparar la sede parroquial– o recoger alimentos, juguetes, ropa… para los más necesitados.
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