LNC Cofrade: Balderas

La copia del titular de las Siete Palabras, realizada por Amado Fernández, cumplió 50 años

Carlos García Rioja
27/06/2020
 Actualizado a 27/06/2020
El recientemente desaparecido Amado Fernández realizó en 1969 la fidedigna reproducción de la obra de Gregorio Fernández. | ARCHIVO DE EDUARDO DE PAZ
El recientemente desaparecido Amado Fernández realizó en 1969 la fidedigna reproducción de la obra de Gregorio Fernández. | ARCHIVO DE EDUARDO DE PAZ
No imaginaba el matrimonio formado por Antonio de Balderas y María Flórez la trascendencia que tendría la adquisición de un crucificado para su capilla en la iglesia de San Marcelo. Sucedió en 1631, cuando le encargaron a Gregorio Fernández el Cristo de la Agonía que hoy toma el apellido de sus mecenas convertido, por derecho propio, en una de las imágenes más señeras de la Semana Santa leonesa. Para ello tendrían que pasar más de tres siglos, hasta adentrarnos en el XX. Tras una fugaz presencia inicial en nuestras procesiones –en 1940, en la primera del Silencio–, en 1957 se incorporó a la de Los Pasos, con la aprobación del párroco de San Marcelo, Teodoro Sánchez Anibarro. Ya entonces, los de Jesús Nazareno advertían de su deterioro.

La inspiración que supuso la imaginería de Gregorio Fernández para el fundador de la Cofradía de las Siete Palabras, encontró un perfecto aliado en el coadjutor de San Marcelo, José Luis Álvarez de la Riva, ofreciéndole a Eduardo de Paz la posibilidad de convertir en su titular al Cristo de los Balderas.

En 1963, antes de su primera salida con la nueva penitencial, el Dulce Nombre recelaba de esta dualidad, culminada en el anuncio parroquial de que ese sería el último año en que Jesús procesionaría la imagen, algo que no se cumplió gracias a la intercesión episcopal. Posteriormente, en 1966, sendos informes de la Secretaría Diocesana de Arte Sacro y del párroco, contrarios a que la talla siguiese desfilando, argumentando su estado, condujeron a que fuese el obispo Luis Almarcha quien, dos años después, respaldase esa postura, animando a la realización de una copia, para lo cual sugirió autor, ofreciendo además una generosa aportación.

Puestas las miradas en el escultor Andrés Seoane, fue este quien designó –sin atisbo de dudas– a quien realizaría la fiel reproducción: su discípulo Amado Fernández. Para ello, durante el proceso, realizado en su taller de la calle Pablo Flórez, contó con la efigie original que, al menos, pudo despedirse de las Siete Palabras aquel 1969, cerrando siete años con la cofradía.

Así, en 1970, el Cristo de los Balderas de Amado se estrenó en la Semana Santa iniciando –o continuando, según se mire– una trayectoria con hitos como su puesta a hombros en 1993, la sustitución del original en su capilla durante 2003 o el besapié que acaba de cumplir tres lustros.

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