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Llovió en Villalar

22/04/2021
 Actualizado a 22/04/2021
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Llovió en Villalar de los Comuneros, cuando aún no era de los Comuneros. Hace hoy quinientos años dicen que llovió mucho, el día antes de la derrota que acabaría en ajusticiamiento. Tormentas fuertes durante el 22 de abril encharcaron los campos y desbordaron el Hornija. Y en el agua esperanzadora de primavera, aplastando amapolas rojas de sangre, se decidió la revuelta. El terreno embarrado hizo torpe la infantería y artillería comunera. Mientras, los partidarios del rey eran en mayor parte jinetes que cabalgaron sobre las inclemencias. También llovió el 23 de abril y que la batalla ocurriera en Villalar marcaría el sino de la historia y haría rodar las cabezas de Bravo, Padilla y Maldonado en la plaza al día siguiente. Su suelo arcilloso fue un barrizal que atrapó la infantería rebelde. La humedad malogró la pólvora del millar de escopeteros que quedaron indefensos en la llanura, desprotegidos y desarmados o lo que en una contienda viene a ser lo mismo: vencidos.

Así, la histórica derrota de los Comuneros en Villalar que este año se cuaja de fastos para celebrar el quinto centenario, fue esencialmente meteorológica. Lo asegura un nuevo informe de la llamada ‘geología de guerra’, porque a las intrigas políticas y las revoluciones a veces también se les cruzan borrascas. Una curiosa disciplina científica que deja en cueros la soberbia con la que se relatan algunos pasajes y personajes. Demuestra a los incautos la única verdad que va enseñando la vida. Casi nada depende nunca de nosotros, ni siquiera de ellos. El destino es la alquimia de azar y circunstancias. Afirma además ese informe que los Comuneros tenían las de ganar si el combate se hubiera producido unos campos antes, en la zona de Torrelobatón donde el suelo contiene menos arcilla. Una imprudencia cartográfica. Queda claro que la guerra es demasiado seria como para hacerse en cualquier parte. La previsión dice que mañana en Villalar llueve.
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