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Libros del año, como cerezas

20/12/2021
 Actualizado a 20/12/2021
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La lista de los mejores libros del año (bueno, la lista en general) es una vieja costumbre a estas alturas del calendario, pero es algo que no hay que tomarse en modo alguno al pie de la letra. En realidad, una lista de esta naturaleza no es otra cosa que la opinión de quien la elabora: informada, tal vez, pero en absoluto determinante. Ni tampoco pretende serlo.

Con estas consideraciones por delante, y, eso sí, en plena efervescencia de las listas sobre casi cualquier tema en este final de año, acometemos aquí la nuestra. He aquí nuestra cesta de cerezas brillantes para todos.

Hablemos hoy de novela. Las posibilidades de dejar fuera algún título relevante son, desde luego, muy altas, pero creo no equivocarme (y coincido en esto con muchos colegas en los que me he apoyado, como Javier Pintor, Merche Corbillón, Paco Barxas o Esther Gómez) si afirmo que uno de los grandes libros del año ha sido ‘Volver la vista atrás’ (Alfaguara), curiosamente presentado como una ficción sin ficción. Escrito de forma incomparable por el colombiano Juan Gabriel Vásquez, nos ofrece un retablo familiar de vidas condicionadas por la política. Es un libro que contiene muchos libros en sí mismo. Un gran estudio de los lazos familiares, el cóctel de ideologías, pensamientos, épocas, lugares… es maravilloso. Una novela para analizar el paso del tiempo, la evolución de la familia, las ilusiones perdidas.

Junto a esta grandísima novela (Premio Bienal Vargas Llosa, por cierto), varios títulos se agolpan, todos pugnan por salir, sin desmerecer en absoluto a esa primera posición que otorgamos a Vásquez, y que sin duda puede ser compartida. Sitúo aquí títulos muy recomendables de este último año, como ‘Queridos niños’ (Anagrama), del siempre brillante David Trueba, una novela divertidísima, un sátira profunda, siempre tan saludable y necesaria para la vida, sobre la condición de los políticos y de la política y cómo se presenta y se ofrece a los ojos de los ciudadanos. Un gran libro, sin duda.

Una obra breve y deliciosa, muy especial, ha sido ‘Los días perfectos’ (Acantilado), de Jacobo Bergareche. Se lee como un cóctel sofisticado, energético, cuyos ingredientes no son fáciles de identificar. Bergareche encarga una mirada de vanguardia, una literatura alejada de lo previsible.

Igualmente, y con un recorrido magistral en nuestra literatura, aparece en este listado tentativo la figura de Gustavo Martín Garzo, gran maestro de nuestra literatura. ‘El árbol de los sueños’ (Galaxia Gutenberg) es un hermoso viaje que sigue las huellas de ‘Las mil y una noches’, y que, como ya comentamos aquí alguna vez, comienza en León. Este libro es una joya absoluta, un derroche de imágenes, de giros, un continuo zambullirse en las aguas misteriosas de toda la historia de nuestra literatura, y un ejemplo claro de cómo la literatura nos construye, nos alimenta, nos acaricia y a veces nos golpea. No se la pierdan.

Pienso en los grandes títulos del año y, al introducir mi mano en el cesto de las cerezas literarias, son muchas las que vienen engarzadas a mi boca. Hay otros dos libros de dos autores extranjeros que no quiero dejar de citar, porque deben figurar también en estas recomendaciones personales de fin de año. Por supuesto, ‘Hamnet’ (Asteroide), en traducción de Concha Cardeñoso, el gran libro de la gran Maggie O’Farrell. Para mí, con el texto de Vásquez, este es el libro del año. ¡Para mí y para mucha gente! Esta reconstrucción de la familia de William Shakespeare, y de la dura existencia de su hijo Hamnet, merece muchísimo la pena. Y de cómo esa muerte prematura sacude el andamiaje familiar, cómo la fragilidad nos invade y nos corroe, como la tragedia a veces nos abraza.

El otro libro al que me refería es ‘Yoga’ (Anagrama), de Emmanuele Carrère, el celebrado autor francés. La literatura personalísima de este hombre es bien conocida, sus seguidores son legión. Pero este es un libro que habla de sus demonios personales. Un viaje a las habitaciones oscuras de la mente, a la intimidad, a lo doméstico, y también a los lugares de la desolación y la desesperanza, desde la perspectiva de eso que se llama también ‘no-ficción’.

Como el espacio que me resta para finalizar este artículo ya no es mucho, déjenme sacar cerezas literarias del cesto de las escogidas, sin decir ya mucho de ellas. Sólo invitando a que las prueben, si no lo han hecho ya. Creo que Jesús Carrasco sigue en todo lo alto en nuestra literatura, como ya sucedió con ‘Intemperie’. Ahora, volvemos a su prosa emotiva con ‘Llévame a casa’ (Seix Barral), otro de los grandes libros sobre el territorio familiar y sus lugares inesperados. La celebración de los cien años del nacimiento de Carmen Laforet ha merecido nuevos acercamientos a su novela, con la reedición en Destino de ‘Nada’. Imprescindible volver a ella, esta vez con prólogo y epílogo de las últimas ganadoras del Nadal, Najat El Hachmi y Ana Merino. Muy recomendable también, de nuevo en Destino, como es natural, ‘El libro de Carmen Laforet’, bajo la supervisión de Agustín Cerezales: un volumen cuidadísimo, hermoso y que hace justicia a la mirada muy actual de Laforet, y esta celebración del centenario.

Una sucesión de autores se me aparece en estas últimas líneas. Apunten también, si les parece, ‘Los vencejos’ (Tusquets), de Aramburu, ‘Buena mar’ (Alfaguara), de Antonio Lucas (y su experiencia en el Gran Sol), ‘La ceniza de la vida’ (Destino), que nos lleva de nuevo a Pla, un prosista imprescindible, o ‘Amigos para siempre’ (Tusquets), de Daniel Ruiz, que varios colegas en esto de la crítica han apoyado con entusiasmo por su carácter corrosivo. Permítanme recordarles, en fin, que hay una gran explosión de autores de relatos alternativos, descubrimientos que merecen celebración, como es el caso, entre otros, de la ecuatoriana María Fernanda Ampuero (‘Sacrificios humanos), siempre dentro del catálogo sorprendente de relato corto que ofrece Páginas de Espuma.

Si la página no se acabara, que se acaba, tendrían cabida autores que este año también merecen ser destacados aquí: como Anne Boyer (Sexto Piso), como Franzen (Salamandra), como Ledicia Costas, que vuelve con fuerza (‘Golpes de luz’, en Destino). Y otros muchos, de los que hablaremos en cuanto haya ocasión. Porque si algo implica una lista de ‘Libros del año’ es la injusticia de dejar algunos fuera, lo sé bien, pero estoy seguro de no haber recomendado ninguno que no merezca realmente la pena. Quede ahí, en fin, este cesto de cerezas brillantes.
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