28/01/2018
 Actualizado a 17/09/2019
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Acudo a menudo al diccionario. Lo hago cada vez más porque ahora cualquier duda o cualquier uso particular de un vocablo pueden ser resueltos inmediatamente si se dispone de un aparato con conexión a internet. No hace falta, como ocurría antes, esperar a llegar a casa para consultarlo en papel. Ni siquiera levantarse de la silla o de la cama, que hay mucha gente que tiene la costumbre de leer allí. Internet ha venido a desmontar todaslas coartadas que hasta hace muy poco tiempo servían a muchos para justificar ignorancia o desconocimiento. Así es como uno puede, pongamos por caso, saber qué significa la palabra serendipia en el mismo momento en que uno la lee o escucha. O, por ejemplo, la expresión leyenda urbana. Yo siempre había pensado que conocía esa última expresión pero esta semana llegué al punto de pensar que podía estar confundida. Así que tuve que acudir al Diccionario de la Lengua Española y anotar: «historia inventada, extravagante, que circula entre la gente como si fuera verdadera». Me alivió comprobar que sabía perfectamente su significado, a pesar de lo cual seguí brujuleando por la red hasta averiguar algunas cosas bien interesantes sobre la expresión. Me enteré de que fue acuñada en los Estados Unidos por el folclorista contemporáneo Richard Dorson y de que, al parecer, la popularizó un profesor de la Universidad de Utah llamado Jan Harold Brunvand. Lo único que el diccionario no precisa, y creo yo que debía hacerlo, es el carácter moderno que tienen que tener las historias a las que se aplica la expresión. Como está escrito en todos los medios de comunicación, puedo permitirme el lujo de de escribir el nombre, los apellidos y el cargo de la persona de quien escuché la expresión leyenda urbana esta misma semana: Juan Antonio Alcaraz, director general de CaixaBank. Afirmó que los desahucios eran una leyenda urbana. Que ellos no desahuciaban a nadie y que los bancos no quieren desahuciar a nadie. Luego aprovechó para reñirnos porque nos hemos olvidado de pagar las deudas y porque, dice, hemos creado una cultura en la que está bien visto no pagar. Y encima se lamentó de que la crisis la hayan pagado las entidades financieras y de la demagogia existente al respecto de los desahucios. Conclusión: o el señor Alcaraz no conoce la expresión leyenda urbana y la usa inadecuadamente (algo grave por el foro donde la usó) o, de lo contrario, simplemente no dice la verdad. Que es una manera elegante de referirse al hecho de mentir (decir o manifestar lo contrario de lo que se sabe, cree o piensa).
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