Angel Suárez 2024

Ley-decreto-subvención

10/03/2019
 Actualizado a 13/09/2019
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Ordena el calendario litúrgico de la progrez que en estos días se hable de la mujer, a quien se supone que está dedicada la fiesta del 8 de marzo. El 8 de marzo podría y debería ser el día de la mujer y de la defensa de sus derechos, pero por desgracia se está convirtiendo cada vez más en el día del feminismo totalitario, que es cosa bien diferente.

En España las mujeres, como los hombres, piensan por sí mismas, y por eso las hay de izquierdas y de derechas, agnósticas y católicas, socialdemócratas y liberales, progresistas y conservadoras. Lo que diferencia a las feministas totalitarias de todas las demás es que sólo ellas pretenden imponer su ideología al resto, si puede ser a golpe de decisión política –ley, decreto y subvención– mejor.

Una verdadera fiesta de la mujer sería también la de aquella que decide renunciar a una carrera profesional para dedicarse a criar y educar a sus hijos, la de la que quiere formar parte de un consejo de administración, o asumir una cartera ministerial, por sus méritos y no porque su sexo le confiera una cuota, y la de la que decide ser monja de clausura. Pero el 8 de marzo no es la fiesta de ninguna de ellas, al contrario, es un día para que las feministas totalitarias puedan ridiculizar o, en el mejor de los casos, invisibilizar a todas estas mujeres, porque de acuerdo con sus planteamientos, las pobres no saben pensar correctamente, no opinan con libertad, están mediatizadas por el heteropatriarcado, que les nubla la mente. Están, en definitiva, alienadas ¿Les suena esto de la alienación? En efecto, es puro y simple marxismo trasnochado. Por eso, muchas mujeres enormemente orgullosas de su condición, que en absoluto se consideran nubladas de mente, reniegan de esta fiesta en la que tienen que soportar que el feminismo totalitario caricaturice su dignidad, igual que los homosexuales tienen que soportar que el día del orgullo gay se les identifique con la imagen grotesca y ofensiva de la famosa cabalgata, en ambos casos con la entusiasta colaboración de partidos políticos y medios de comunicación.

Y aborrecen la desigualdad, pero también la discriminación positiva y la cuota, la situación de las mujeres en el Irán que financia a Podemos, la indulgencia de la norma penal con los agresores sexuales que siempre postula la izquierda, el desprecio del propio feminismo hacia la dedicación exclusiva a la familia, los atentados de Femen contra la libertad religiosa, y el cachondeo que suponen los 150 millones de euros en subvenciones que maneja el chiringuito feminista.
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