04/10/2022
 Actualizado a 04/10/2022
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Siempre me ha gustado invertir en activos reales, en empresas que cotizan en bolsa –renta variable– porque en ese momento me convierto en accionista de un proyecto que crea riqueza no solo para los inversores sino también para los beneficiarios de esos productos y servicios que comercializan estas empresas. Como me dedico al asesoramiento financiero, aconsejo normalmente tener una cartera bien diversificada de fondos de inversión en función del perfil de riesgo de cada persona. Una parte en renta variable y otra en renta fija.

Pero en esta época, por las circunstancias tan peculiares que vivimos –inflación disparada, subidas de tipos de interés por parte de los bancos centrales, previsión de menor crecimiento de las empresas…– tanto en la bolsa como en los activos de renta fija corporativa –pagarés, bonos y obligaciones de empresas–, en las carteras de mis clientes, además de tener una parte en liquidez y de ir invirtiendo en diferentes periodos de tiempo, estoy aconsejando un producto un tanto
olvidado: las Letras del Tesoro.

Y es que en estos momentos me parecen especialmente aconsejables para esa parte del patrimonio en el que queremos tener seguridad total, nada de riesgo y sin volatilidad. En este sentido, esta semana hemos comprado desde Renta 4 a varios clientes Letras del Tesoro a un año al 2,138 %. Es lo que se denomina renta fija pública. Fija, porque sabemos con total precisión qué rentabilidad nos dará; y pública, porque son emitidas por el Estado a través de la Dirección General del Tesoro. Recuerdo que podemos comprarlas a 3, 6 y a 12 meses.

Como las Letras del Tesoro cotizan, se pueden adquirir en cualquier momento y deshacernos de ellas también sin necesidad de esperar al vencimiento. En este caso, la rentabilidad no está asegurada dependiendo de a cómo coticen.

Así pues, si tiene el dinero parado –en liquidez– y no quiere asumir riesgo alguno, piense en las Letras del Tesoro.
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