Leonés, poeta, comunero, trotamundos, ‘guerrillero’, hombre puro

Luis López Álvarez, leonés de La Barosa, es mucho más que el autor del romance de 'Los Comuneros'. Umbral le llama «hombre puro», estudió cuatro carreras en La Sorbona, luchó por las libertades en África, poeta de corte clásico... y olvidado

Fulgencio Fernández
24/04/2020
 Actualizado a 24/04/2020
Con su amigo Francisco Umbral, compañero de aventuras en Valladolid.
Con su amigo Francisco Umbral, compañero de aventuras en Valladolid.
Umbral le llama «hermano gemelo en un dandismo precoz e imposible en la pequeña ciudad de posguerra, porque vivíamos nicotinados de francés y creíamos pasear por París en la noche plateresca y provinciana»; de él añadió cuando fue candidato electoral que «entre el cafarnaum electoral de estos días he encontrado un hombre puro, un único justo, que es mi paisano Luis López Álvarez, quien ha fundado el partido Castilla Comunera y se presenta a la presidencia de Castilla la Vieja (llamemos las cosas por su antiguo y entrañable nombre». De su obra poética Vicente Aleixandre, premio Nobel de Literatura, le dijo en una carta: «Creo que desde Machado ningún otro poeta me ha dado la sensación de ser un poeta castellano como usted me la da. La seriedad y la concentración de su palabra le va muy bien a esta temática. Pero es que después, en los poemas de amor, suena también ese apretamiento meditado que habla desde la hondura del alma registrada y que es severa y ardiente al mismo tiempo. Quemada, yo diría. (...). Usted está en la línea de Quevedo y Machado y que llega a un poeta muerto en el destierro, Domenchina, cuyos sonetos (un par de libros finales) poco conocidos y de calidad, poseen también algo de esa luz ahondada que da Castilla».

De su andadura y compromiso con África, América Latina o el Caribe decía Léopold Sedar Senghor, poeta y presidente de la República de Senegal: «Me corresponde, sin embargo, evocar al amigo de África, de América Latina y del Caribe, tierras de las que conoce los problemas y los hombres para los que ha realizado una obra de incansable y enriquecedora mediación cultural. Amigo íntimo y exegeta de Miguel Ángel Asturias, de Aimé Cesaire, de Patrice Lumumba, de François Perroux; organizador sabio y ponderado de obras que son la verdadera gloria de la UNESCO como, por ejemplo el libro fundamental titulado ‘África en América Latina’; Luis López Álvarez me parece confirmar de manera conmovedora, a través de su itinerario humano e intelectual, que la búsqueda de la identidad sólo cobra sentido y fecundidad cuando se nutre y se prueba en los contactos contradictorios con otras culturas».

Son solamente un ejemplo de los muchos que se podría recoger sobre la andadura de un leonés irrepetible, Luis López Álvarez, nacido en La Barosa, en la frontera berciana con Galicia, en 1930, el 7 de mayo hará 90 años y, siempre lo recuerda, atendido en su nacimiento por  Rosa, la partera del pueblo, con quien se fotografió en 1986 a la puerta de su casa materna.

Muchas caras que no son contradicciones, sino que sumadas conforman la personalidad de este leonés, comunero y universal. Tal vez la respuesta esté en una frase del homenaje que le rindieron hace unos años en el Bierzo:«Es un berciano excelente, un leones espectacular y un castellanista de pro...».

Su vocación literaria bien se puede decir que fue precoz, con 13 años, ya vecino de Valladolid, publicó sus primeros poemas y, recuerda Umbral: «A los diecisiete años era secretario perpetuo del Ateneo de Valladolid. Poeta lírico y escritor político, Luis López Álvarez ha caminado el mundo, ha hecho política entre los grandes, ha sido el Maquiavelo de muchos príncipes y ahora vuelve a su vieja Castilla de Ávila y Valladolid para salvar eso que se está perdiendo, la castellanía, entre tanto folklore periférico, tanto autoctonismo voraz y tanta transferencia, como si Castilla no fuera la madre de un idioma universal (aquí estamos sus últimos prosistas y poetas) y de una nación, país, patria, entidad o cosa. Gracias, Luis».

Hizo política entre los grandes, dice Umbral. Y es que el leonés primero se fue a París siguiendo a su novia, allí estudió sucesivamente  Periodismo (1952), Ciencias Políticas (1957) y Sociología del Arte (1970); obteniendo en  1985 el título de doctor summa cum laude en Estudios Latinoamericanos por la Universidad de París III-Sorbona.

Y como periodista llegó a Brazzaville (República del Congo), donde se comprometió con la realidad de aquel país mucho más allá de la información, fundó el Instituto de Estudios Congoleños y se alineó al lado de Patrice Lumumba, futuro Primer Ministro del ex-Congo Belga, actuación que habría de renovar muchos años más tarde como asesor del  Presidente de la República Democrática del Congo, Laurent Kabila. Fue funcionario internacional de la Unesco, recorrió medio mundo, escribió 14 libros de poesía, 9 ensayos (uno de ellos ‘Conversaciones con Miguel Ángel Asturias’, de quien fue gran amigo) y una novela, Cóncavo Congo.

Y cada año vuelve a ser noticia este 23 de abril por su romance de Los Comuneros, manteniendo sus lazos con el Bierzo, como le contaba a Jovino Andina: «Yo diría que tengo cinco puntos de anclaje en el Bierzo: La Barosa, donde nací y mi padre era maestro. Orellán, donde también ejerció y del que tengo claros recuerdos de la infancia, porque fue en la época tortuosa de la Guerra Civil y había muchos factores que se grababan en la mente de un niño. Cabañas de la Dornilla, de donde era la familia de mi madre: allí estaba mi abuelo, que llegó casi a cien años, dos tías mías, hermanas de mi madre y primos; por eso era siempre el punto al que acabábamos yendo. Bembibre, donde pasé largos veranos. Y luego Ponferrada, donde he venido mucho ya con más edad».

Poco le ha devuelto esta tierra, algunos homenajes y poco más.  
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