León y su salud literaria

Una relación de la amplia nómina de escritores de la provincia

Ángeles Fernangómez
05/07/2022
 Actualizado a 05/07/2022
De izquierda a derecha y de arriba a abajo, Sabugal, Llamazares, Busmayor, Gamoneda, Pereira, Cuenya y Mestre. | L.N.C
De izquierda a derecha y de arriba a abajo, Sabugal, Llamazares, Busmayor, Gamoneda, Pereira, Cuenya y Mestre. | L.N.C
No es necesario remontarse al Renacimiento con Juan del Enzina para reconocer que León goza de un gran potencial de autores representativos en el terreno literario. Ni siquiera al siglo XIX con poetas como Antonio de Valbuena, natural de Pedrosa del Rey o, avanzando un poco más hasta el siglo XX, recordar a Leopoldo Panero o Victoriano Crémer que, aunque nacido este último en Burgos, se consideró un auténtico leonés por lo que fue nombrado hijo predilecto con buen tino. No, no es necesario irnos muy atrás en el tiempo porque León es, sin ningún lugar a duda, tierra de escritores, de buenos escritores. Y en este oficio no separo a quienes practican la narrativa de aquellos que lo hacen con la poesía, porque, aunque la polémica está servida y hay opiniones para todo, considero que, tanto unos como otros, escriben, por lo tanto, merecen ser denominados escritores en ambos supuestos, máxime desde que Whitman y algunos autores del simbolismo francés se desvincularan del corsé de métrica y rima y pasaran a practicar lo que dio en llamarse ‘verso libre’. La única condición es la de que, para ser Literatura, la escritura se convierta en Arte. Por otro lado, es muy habitual que quien toca bien uno de los palos, toque también el otro, sobre todo, en el caso del poeta. Hay quien afirma que todo poeta es escritor (narrador) y no todo escritor (narrador) es poeta y hay quien defiende que la poesía es un género aparte de la literatura; incluso los hay que no consideran literatura a la poesía, sino ‘otra cosa’. Sea como fuere, la herramienta de trabajo es la misma: la que plasma la palabra escrita. Es por ello por lo que personalmente siempre he apostado a la hora de las biografías por que se diga: ‘poeta y narrador’ y no ‘poeta y escritor’, como se ve muy a menudo, pese a que cierto es que el dial del cerebro sintoniza con emisoras sensoriales diferentes en ambos supuestos, pero eso es otro tema y, tal vez, para otro momento.

En todo caso, quisiera centrarme en la salud literaria leonesa contemporánea que, sobre todo, se precisa en la calidad literaria de los escritores que la componen y, en este terreno,haberlos haylos y de muy buena calidad. Con ganas me centraría y escarbaría más en alguno de ellos en particular, pero tiempo habrá para ello.

Una tierra que ha dado narradores como Andrés Trapiello –que de casta le viene al galgo–, Premio Nacional de Periodismo y Premio Nacional Castilla y León de las Letras, a Antonio Pereira que, además de narrar como nadie, alimentó sin desaliento al tradicional filandón, como lo hicieron Luis Mateo Díez, José María Merino o Juan Pedro Aparicio: una tierra que ha dado a mujeres poetas y narradoras como, Amparo Carballo o Carmen Busmayor o las recientemente fallecidas Josefina Aldecoa y Elena Santiago. Una tierra en la que tenemos a uno de los poetas más merecidamente conocido y valorado de toda España, si no el más, como es el Premio Nacional de Poesía villafranquino Juan Carlos Mestre, o todo un Premio Cervantes, el respetado por merecimiento propio Antonio Gamoneda quien, pese a haber nacido en Oviedo es más leonés que nadie y poeta de culto. Y qué decir del novísimo Antonio Colinas. La mente parece un remolino que no cesa al intentar recordar a tanto genio de la palabra, por ello no podemos olvidarnos de Julio Llamazares, embajador de León en Madrid y por todo lugar donde vaya, escritor que tantas alegrías literarias nos ha proporcionado. La lista es interminable.

Nunca olvidar, es imposible hacerlo, al escritor de Riello cuya poesía apunta a cabeza y corazón en iguales proporciones. Él es José Miguel Rabanal y no hay que perderlo de vista porque es grande en el oficio.

Tal vez las tierras leonesas con su amplia variedad geográfica y cultural, sean un lugar amable y fraterno para la inspiración Tal vez las tierras leonesas con su amplia variedad geográfica y cultural, sean un lugar amable y fraterno para la inspiración, quizá no conozcamos el secreto, pero el resultado es palpable. Cierto es que la segunda mitad del siglo pasado hizo que muchos de ellos emigraran y buscaran otra tierra de acogida y cierto también que en León existe un mal endémico y es el de que no se valora lo suficiente lo que se tiene de bueno, sobre todo desde las Instituciones, que harían bien en estar más pendientes de su patrimonio humano.

Y llegados hasta aquí, golpea en la mente un poeta berciano al que me duele recordar. Él es –perdón, era, aunque siga siendo– el magnífico Fermín López Costero, quien, en aquel Memorial de las piedras, nos tradujo todo lo que ellas, las piedras del Monasterio de Carracedo, le contaron tras su escucha lenta en actitud contemplativa y solitaria.

Quedan aún por mencionar muchos escritores y muchas escritoras de peso; la tierra es fértil en eso del arte de la palabra y autores actuales como Rafael Saravia, un leonés que le dio por nacer en Málaga y que es alma del grupo Leteo, Luis Artigue, quien acaba de sacar la novela 'Ficción' para multitudes, cuando menos sorprendente y prometedora, en la que el mundo del comic y el dibujo cobran presencia incluso en la portada. El villafranquino Manuel Cuenya, que además de alimentar versos y narrativa propios, también lo hace en su Coruxa. Cristina Flantains, una polifacética escritora y ‘Premio a la mejor autora leonesa’ (narrativa), concedido por la concejalía de Igualdad del Ayuntamiento de León.

Noemí Sabugal y su 'Hijos del carbón', quien merece espacio aparte. Marina Díez, Carlos Fidalgo,Conrado Díez Prieto, Marta Muñiz Rueda, Laly del Blanco, Mercedes González Rojo, Eduardo Prieto (oriundo de las riberas del Cea), Roberto Bayón, Juan Campal… falta el aliento al enumerarlos. Todos ellos y muchos otros que se hayan podido quedar en el tintero, no deberían pasar por alto cuando analizamos la salud literaria de las vastas tierras leonesas. Pero esta salud no depende solo del escritor (imprescindible) sino de que se le facilite también salir a flote en el oficio y con toda dignidad. Escribir literatura es un trabajo (necesario) y como tal debería de valorarse en todos los sentidos (económicamente también). Apostar por ellos y potenciar que el libro y todo trabajo literario tienen tanto valor como cualquier otra obra de arte u otro trabajo del tipo que fuere.

Quedan, quedan muchos autores por mencionar y espero que haya ocasión de reconocerlos. Lo cierto es que no están todos los que son, pero los que están lo son con todo merecimiento. Dejémoslo en pincelada, que mucho queda por decir, pero no vayamos a perdamos en las revueltas por querer abarcarlo todo.

Probado queda, aunque sea a vuelapluma, que esta tierra de Arte, también es especialmente rica en el arte de la palabra y está bien surtida de materia prima en lo relativo a escritores y a escritoras. Cuidemos y exijamos cuidar su salud, porque eso es como en las relaciones humanas, que el buen ritmo de la historia depende de ambas partes, en este caso del escritor y de los responsables de Cultura en las Instituciones. Y cuidemos para que no enferme tanto potencial humano e intelectual de mísera desatención y desaliento.
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