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León y la marginación digital

18/08/2022
 Actualizado a 18/08/2022
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Hace unos días intentaba tramitar en el ordenador el CIF para una nueva asociación. Tras varios intentos infructuosos, probé a pedir cita por el canal digital. Tras intentos fallidos, me acerqué hasta la Delegación de Hacienda de León, fuera del horario, para pedir simplemente información de cómo pedir cita in situ. Todo fue baldío y fuente de un cabreo enorme. La web de la AEAT ni es amigable, ni funciona correctamente con los certificados digitales, ni tiene un teléfono de consulta en la propia página, ni se testó para comprobar si resulta intuitiva para la mayoría de usuarios antes de ser puesta en servicio.

Finalmente, tuve que llamar al 060, teléfono general de la administración pública. Atendió un robot, que me remitió a otro teléfono, éste con tarifa especial. En él me atendió una persona agradable y atenta, que me proporcionó una cita. Para llegar a tal cita he invertido horas y energía... Multipliquen por los ciudadanos en la misma situación que yo. Son miles de horas improductivas por no ensayar con actores externos un programa que atiende a 47 millones de personas. Teniendo en cuenta que soy usuario de hojas de cálculo, procesadores de texto, blog propio, redes sociales, etc, tradúzcanlo en la situación de abandono que sufren los millones de personas no digitales.

A estos efectos conviene recordar que la provincia de León contiene 1226 pedanías. Más del 75% de ellas carecen de un acceso a internet de 100 megas y cobertura de móvil. Además, residen más de 140.000 pensionistas, muchos de ellos casados con personas de similar edad. Por tanto hay más de 200.000 personas mayores sin conocimiento, o con poco sobre comunicación digital. Además, numerosos jóvenes no son usuarios digitales, puesto que en sus pueblos de residencia no hay ancho de banda digital razonable, ni cobertura de móvil aceptable. Resulta que más de la mitad de la población leonesa se encuentra con un muro digital. Fiscal, no, porque pagan sus impuestos, pero lleno de obstáculos.

La solución es evidente: no se puede implantar la administración digital, mientras la mayoría del territorio no tenga conexiones actualizadas y tampoco se puede reducir la atención personal. León sufre marginación digital, que se traduce en indefensión ante los procedimientos administrativos. La Junta de Castilla y León no ha defendido los intereses de la provincia, ni de la Región Leonesa, como interlocutor que es. No hay redes de fibra óptica suficientes, ni la gente se puede familiarizar con la web. La Autonomía Leonesa es la herramienta necesaria para atender esta singularidad digital: una Región Leonesa de población dispersa y fragmentada.
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