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León y el cambio climático

11/08/2022
 Actualizado a 11/08/2022
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El calentamiento global está cambiando el tiempo. Que el deshielo en el Polo Norte, así como la apertura del corredor del mar de Barents, libre de hielo, cambiaría las corrientes del mar que regulan la temperatura ambiental, se asumía. Sin embargo, desconocíamos el impacto en las distintas zonas. Ahora se percibe y cambia a gran velocidad.

En el caso de León, el impacto es dramático y lo será más, si la tendencia se confirma. Históricamente tenemos gran disponibilidad de agua, lo que provocó que no nos preparásemos para un marco climático como éste. La persistencia de la nieve en las montañas era habitual. Se construyeron embalses, que se rellenaban con el agua de nieve, cuando la de lluvia se agotaba. Ya no existe tal rellenado. Los años de nieves en León son una eventualidad entre otros de continua y creciente calidez. Esto requiere una evolución de la política hídrológica, pues el agua está en la raíz del desarrollo de los territorios.

No se entiende que no se haya cerrado por vía de urgencia el embalse de Villagatón, terminado en 1995 y sin función hasta hoy. La construcción de nuevos embalses es inevitable, si se quiere mantener la actividad humana en nuestra tierra. Son numerosos los pueblos con problemas de suministro en la montaña por el secado de fuentes, justamente donde se pensaba que menos problemas podría haber. La reversión del agua que se fuga por los túneles del AVE a Asturias es también un obra urgente.

León debe poner sus recursos técnicos al servicio de un cambio de época climática. Hay que buscar cultivos rentables y menos dependientes del agua. Los usos agrícolas en España cifran el 80 % del consumo total de agua. Los hogares solo suponen un 12 %. El resto queda para la industria y otros usos. Por lo tanto el consumo agrícola es una cuestión central en cualquier política del agua.En León, mucho más, pues la producción agraria depende del regadío. En consecuencia no se puede permitir por más tiempo el riego por inundación. Nos adentramos en un modelo climático cálido con fuerte estacionalidad de las lluvias, es decir, con poca nieve y la lluvia concentrada en algunos meses.

En todo caso el cambio es visible, a través del impacto en la vida salvaje de León. La ausencia de insectos este año resulta extremadamente anormal. La falta de pájaros en el campo es llamativa, hasta el punto decostar encontrarlos en algunas zonas. Todo ello tendrá impacto en las cosechas próximas por la baja polinización y el descenso en aportaciones minerales al suelo, a través de las heces. La actividad económica se complica y los leoneses, que tenemos alternativas, debemos reaccionar con rapidez.
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