28/05/2022
 Actualizado a 28/05/2022
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Te vi viejo,

León,

viejo cual colcha deshilachada,

como el cromo de un zaguero desaparecido,

como el que respira a empujones

y bocados de soledad.

Es preferible no cruzarlo,

me dije,

el umbral donde los días,

lúgubres y monótonos,

resbalan con una economía de cosas prestadas.

No aceptar la decrepitud,

la parsimonia implacable

de las pausas y los ultrajes.

Mejor no resignarse,

León,

no sucumbir,

no rezagarse en una diáspora

absurda y glacial.
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