León sí huele a pueblo

León huele a pueblo. Desde San Adrián del Valle hasta Cármenes, desde Borrenes a Galleguillos de Campos. Desde Huergas de Babia a Colinas del Campo de Martín Moro Toledano. De Conforcos a Valdevimbre, de Villomar a Gradefes, de Villafrea a Izagre, de Moscas del Páramo a Golpejar de las Sobarriba. León ciudad también huele a pueblo pero solo una vez al año, cuando los adoquines del suelo de su casco antiguo se convierten en el tambor de las herraduras de mulas y caballos, cuando llegan de Valdesogo los bueyes de Delfín, cuando al calendario van asomando los aromas de San Froilán. Los pendones de toda la provincia bailan por unas calles donde resuenan panderos, panderetas y dulzainas. Y todo por un patrón compartido con los gallegos, que cuentan que consiguió domesticar a un lobo como animal de carga. No son pocos los milagros que se le atribuyen, pero no obró ninguno este año de pandemia en el que no consiguió que le pudiésemos tocar un año más las narices como bien manda la tradición. ¡Menuda penitencia la del Santo cuya celebración coincidió con el anuncio del confinamiento de la capital! Preferíamos peregrinar a La Virgen del Camino para regresar a casa con los bolsos llenos de avellanas que no entrar a hurtadillas a la ciudad para comprar unas botas en la Casa del Labrador. A cuenta del virus no se bailaron chanos ni corridos en la plaza del Grano, no abonaron el Húmedo los animales tirando de los carros engalanados, no dejaron atrás el olor a alcanfor las estameñas. No olió a pueblo en León. Ni a morcilla, ni a garrapiñadas.

Menos mal que aún así la provincia huele a pueblo aunque no como lo cantó Benito Moreno a España en los años 70 del pasado siglo. Este decía que a él España le olía a descalzo, a trabajo, a «niño no hagas eso», a arrugas en la frente, entre otras evocaciones que le transmitía un país donde la censura franquista de aquellos años no hiló finocon la retranca de este sevillano y con su ‘España huele a pueblo’, tema que incluyó en el disco ‘Romances del Lute y otras canciones’. León huele a pueblo pero de verdad, a ese al que siempre se quiere volver. Sobre todo cuando hay pandemia.