"León no ha tomado conciencia aún de lo que va a ser el museo"

Entrevista al obispo de León, Julian López, con motivo de su 50 aniversario como sacerdote

Cristina Centeno / Estefanía Chamorro
01/07/2018
 Actualizado a 11/09/2019
El Obispo de León, Julián López, en las instalaciones de su sede. | SAUL ARÉN
El Obispo de León, Julián López, en las instalaciones de su sede. | SAUL ARÉN
No nació en León, pero ha dedicado más de 15 años a la dirección de su obispado y al cuidado de la fe. Don Julián López (Zamora, 1945), también conocido como el Excmo. y Rvdmo. Sr. Obispo, cumplió este sábado 50 años de su ordenación como sacerdote. Tras sus numerosos estudios en Roma, regresó a España para ser sacerdote y catedrático de Teología en la Universidad Pontificia de Salamanca, entre otros méritos. Continuó al frente de la Diócesis de Ciudad Rodrigo hasta su ordenación como Prelado de León en 2002, donde ha permanecido hasta ahora. Esta semana ha soplado unas velas muy especiales.

– Cincuenta años desde que se ordenó sacerdote, ¿cuál es el balance de toda una vida dedicada a la labor pastoral?

–La celebración de este cincuentenario no significa, a Dios gracias, mi jubilación. Confío en que el Señor me conceda no solo alcanzar la edad ‘oficial’ sino rebasarla a su servicio y al del pueblo de Dios. Yo tenía 23 años, apenas cumplidos, al recibir el sacramento del Orden. Ahora cuento 50 más en el ministerio sacerdotal, de los que 24 han sido como obispo: ocho en Ciudad y Rodrigo y el resto en León. El balance verdadero de este tiempo solo lo conoce el Señor en quien he procurado confiar siempre. Puedo decir que he sido muy feliz como cura de pueblo y como coadjutor de parroquia de capital, y en otras responsabilidades posteriores.

–Los últimos 16 años los ha dedicado como obispo a la Diócesis de León. ¿Con qué retos llegó a León y cómo se ha sentido aquí?
–El mayor reto para mí en León fue el encontrarme en una gran capital, con muchísimas parroquias y un clero que, además de muy numeroso entonces, tenía un gran nivel de formación intelectual, y algunas estructuras eclesiales nuevas para mí… Pero me sentí acogido con cariño e ilusión. Y me entregué de lleno a la animación de encuentros y convivencias de los sacerdotes, a las semanas de pastoral y los arciprestazgos, entre otros. Se me ha pasado el tiempo volando.

–Hace medio siglo, cuando se ordenó sacerdote, los seminarios estaban llenos de jóvenes, quizás lo que más ha cambiado durante todos estos años. ¿Cuál es la situación actual de la Diócesis de León? ¿Cuántos seminaristas hay hoy en día?
–Nuestra diócesis, como la mayoría de las españolas, no tiene Seminario Menor, y el Mayor se reduce a un pequeño grupo: cuatro alumnos el de San Froilán el pasado curso, a los que se añaden 17 del Seminario ‘Redemptoris Mater’. De él han salido ya tres sacerdotes, el día 30 ordenaré al cuarto –indica por ayer– y pronto saldrán otros cuatro. A mí no me consuela precisamente que tengamos una población con una media de edad muy alta y menos jóvenes que en otros lugares. La falta de vocaciones tiene su origen en otros factores como el enfriamiento de la fe, el materialismo de la vida, etc. A los sacerdotes, me incluyo yo también, nos falta ilusión a veces y tenemos miedo a decir a un muchacho o a un joven «¿Y tú, por qué no? ¿En qué piensas?».

–Sin tantas vocaciones, resulta difícil llegar a todas las parroquias de la Diócesis y son cada vez más los sacerdotes que acumulan muchos pueblos. ¿Hay alguna solución o dado el cada vez menor número de sacerdotes es una tendencia que si irá agravando a lo largo de los años?
–Al año de mi estancia en León empezamos a aplicar sugerencias que ya se habían diseñado por mi querido predecesorAntonio Vilaplana. La reestructuración de los arciprestazgos (algo que tenemos que volver a plantear de nuevo porque se acelera la despoblación en el ámbito rural), el diaconado permanente, los animadores o ministros extraordinarios (ellos y ellas) de las celebraciones dominicales, el poner las iglesias bajo el cuidado de los propios fieles, etc. Pasos que son pequeños y lentos porque requieren una mentalidad más abierta, incluso en los propios sacerdotes actuales y en muchos fieles.

–¿Qué pediría a los seglares leoneses en esta hora de la Iglesia diocesana (descenso del clero, alejamiento de lajuventud, etc.)?
–Quesigan amando a su pueblo-parroquia de origen o de residencia y que tengan en cuenta que en el progreso de León la fe y la religiosidad han prestado una humilde pero decisiva aportación al pueblo leonés. La vida ha cambiado mucho y aceleradamente, pero no podemos destruir nuestras raíces ni minusvalorarlas. Creo que ya no hay peligro de clericalismo pero sin el apoyo de todos se puede hacer muy poco. Los creyentes y los fieles cristianos han de comprometerse también en la construcción de la sociedad, para no perder las referencias más importantes de la vida, algunas de ellas tienen mucho que ver también con la esperanza en el más allá y con valores humanos como la dignidad de la persona, el valor de la condición femenina, la esperanza, el compromiso social e incluso la política, etc.

–¿Cuáles son sus sentimientos ante la ordenación este sábado de un nuevo sacerdote y cinco diáconos (uno de ellos permanente)?
–Que la historia sigue, pero no la mera historia humana sino la historia impregnada de los valores que encarnó Jesucristo.Yo fui ordenado hace 50 años y al ahora ordenar a estos bravos jóvenes y al nuevo sacerdote lo que me llena de alegría es que estoy haciendo de enlace o de eslabón en una cadena maravillosa, la de la entrega histórica de los discípulos de Jesús a la misión confiada por Él antes de dejar este mundo. Es decir, la vida cristiana sigue…

–¿Cómo ve el pontificado del papa Francisco?
–Veo el pontificado actual como el de san Juan XXIII, el papa aparentemente ‘conservador’ y a la vez el más influyente en el tiempo que siguió a su pontificado. Más que sus palabras, que también, el talante y los gestos del Santo Padre Francisco van a dejar una impronta decisiva, como en el caso del mencionado Papa Bueno, san Juan XXIII. Hace un mes tuve la oportunidad de celebrar la Misa con el papa Francisco en su residencia de Santa Marta. Al terminar la Misa yo le anuncié mi celebración de bodas de oro sacerdotales y escuché la primera felicitación que he recibido por este motivo, llena de afecto por su parte.

–El Museo Diocesano y de la Semana Santa está a punto de hacerse realidad. ¿Cómo van los trabajos y cuándo está prevista la apertura?
–Veo que el trabajo progresa aunque se trata, por ahora, de la transformación de un edificio construido para la actividad de la vida de un centro educativo, que no era precisamente un museo de pasos de Semana Santa e imágenes. Es impresionante, pero va a merecer la pena. En cuanto a la apertura, no sabría decir. Puede ser dentro un año y medio todavía. Pero será un factor muy atractivo para León y para quienes nos visiten.

–Hace pocos meses se intentó dar un impulso a su financiación con la campaña ‘Museo de todos los leoneses’. ¿Se ha implicado la sociedad leonesa con este proyecto?
–A juzgar por lo que me dicen los responsables de la obra creo que la sociedad leonesa no ha tomado conciencia todavía de lo que va a ser este Museo. Yo he conocido, casi desde el comienzo, el Museo de Semana Santa que se hizo en Zamora y ha sido muy visitado siempre. Creo que la sociedad leonesa no ha tomado conciencia todavía de lo que va a representar. Ya verán cómo los amigos y las familias, cuando tengan un visitante o un convidado, los llevarán a ver este museo de manera análoga a lo que hacen con la catedral.

–Precisamente es la Semana Santa la que mayor número de fieles aglutina. ¿Cuál es la relación del Obispado con las cofradías?
–Mejor que hablar del Obispado, que no deja de ser una institución, yo hablaría de relación, cercanía, entendimiento, etc. entre un servidor con mis colaboradores más directos y las cofradías, entre los sacerdotes y las cofradías, y entre los laicos más comprometidos en la misión de la Iglesia y las cofradías. Creo, modestamente, que hay confianza en general, pero debería haber más cercanía mutua. Esto depende de muchos factores, entre ellos la historia misma de las cofradías, unas más antiguas, otras más modernas... Además, no todos los miembros de las cofradías han comprendido que son asociaciones de fieles católicos, y no todos viven su pertenencia a la Iglesia católica de la misma manera.Es todo un reto y una realidad prometedora.

–¿Cree que se ha modernizado la iglesia durante estos 50 años? ¿Qué cree que habría que hacer para llamar, sobre todo, a la gente joven?
–Bajo muchos aspectos, creo que sí, pero tiene unos retos que no deben desconocerse. No podemos meter la cabeza en el agujero como el avestruz. La diócesis realizó con mi predecesor un Sínodo que esbozó un programa pastoral audaz y posible, pero inédito en buena parte todavía. Ahí está la referencia… y muy especialmente en el trabajo pastoral con los jóvenes, en la Universidad, en los barrios. La nuestra tiene que ser más ‘Iglesia en salida’ como nos pidió el papa Francisco. Él es un ejemplo para todos.
Lo más leído