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León, insulto y menosprecio

20/02/2020
 Actualizado a 20/02/2020
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Las manifestaciones del 16 de febrero son las mayores celebradas en León desde 1984. Aunque no era el lema de los convocantes, fueron la expresión mayoritaria del deseo de autonomía de los leoneses. Nunca se vieron tantas banderas de León en una concentración; también muchas del Bierzo. Los leoneses proclamaron que la autonomía es la salida al declive económico y que el reconocimiento para los 120.000 habitantes de Ponferrada y su entorno es una aspiración mayoritaria. La nueva arquitectura que reclama la sociedad leonesa es una autonomía con dos niveles administrativos en la provincia de León. La triprovincialidad de esa autonomía es algo por lo que se lucha desde León, como se ha visualizado. Solo la ambición de Zamora y de Salamanca, por su parte, puede refrendar esta reclamación. La autonomía en uni, bi o triprovincialidad depende en primera instancia de los zamoranos –que determinan la posible desconexión geográfica de Salamanca del núcleo reivindicador–. No cabe la incorporación de Salamanca sin Zamora en este escenario; por el contrario, sí cabe una autonomía uniprovincial o biprovincial, sin Salamanca. En sus respectivos actos tienen su porvenir.

La reacción de los que se oponen se ha basado en el insulto, el menosprecio y las mentiras sobre las posibilidades legales de trazar la nueva arquitectura autonómica. Hay vías constitucionales, y no pasan por Valladolid. En todo caso la manifestación ha demostrado que nunca nadie estuvo más solo que las cúpulas del PP y Ciudadanos, aun rodeadas por 40.000 personas. No les siguen ni sus concejales, que recuperaron la dignidad perdida en su partido y han querido representar los intereses de sus vecinos más que los de sus lejanos jefes. Ahora saben los divinos conservadores que este problema va a continuar hasta que haya autonomía leonesa. Su imagen está quedando por los suelos y es ya de dominio público en España que estamos en una autonomía fallida, un error, absceso histórico que hay que sajar y desinfectar.

En consecuencia, la mesa por León nace condicionada. Solo cabe plantear medidas para relanzar la economía leonesa de forma transitoria, hasta que se ejecuten cambios estructurales en la gestión autonómica. Si la mesa acepta el mismo statu quo, se obtendrán los mismos resultados a medio y largo plazo; perderán toda credibilidad. El gobierno central, en la mesa, debe impulsar primero cambios estructurales para restaurar el equilibrio interregional permanentemente: la creación de una NUTS II leonesa en Bruselas y la asignación directa a León, tutelada por Madrid, de los recursos autonómicos según su población y superficie. No más engaños.
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