01/02/2020
 Actualizado a 01/02/2020
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Mi casa es un sanatorio. Llegó la gripe y la madre en apuros y Dimas están profundamente tocados. Les escribo desde la cocina, desde el lugar de la casa que más feliz me hace, ya que intento mantener un cordón sanitario que me mantenga alejado de este virus tan poderoso. Algo parecido a lo que hicieron en la casa de Elliot, cuando se confirmó que E.T andaba por allí. La genial Rita, de los Dopacio de toda la vida, ayer se acercó, platicó con ellos y al día siguiente cayó con todo el equipo.

Así que aquí me encuentro con la bata blanca, cuidando de estas dos personas humanas, acercándoles el paño humedecido cuando las fiebres les asaltan y cogiéndoles de la mano mientras toman el Apiretal uno, y Gelocatil la otra. Anotando en una libreta las horas de toma y las dosis oportunas, porque su bienestar es lo primero. Yendo a por antojos a la hora que sea necesaria, porque si uno quiere Bocabits, la otra diez minutos después gusta de una palmera (de confitería por supuesto, jamás industrial), o un pincho del Big-beng.

Supongo que el ser gordo, y tener un peso similar a las frecuencias de radio de las emisoras musicales, te da unas defensas extra para que el maldito virus no se apodere de ti y puedas hacer de enfermero.

Como buen leonés, lo suyo sería pensar en cenizo, en triste, y empezar a vaticinar que en breve yo seré el siguiente. Que caeré y me pondré más malo incluso que ellos, porque el virus se hará más fuerte. Y que lo mejor que podría hacer es volar hacia una farmacia y salir con un paquetón con todo lo necesario para hacer más llevadero los días de fiebre y vómitos. Vitaminas, caramelos, paracetamol y un termómetro nuevo, a ver si el que hay en casa está gastado de tanto usarlo. Esta semana hemos conocido los datos de la EPA, la salud de nuestra provincia, unos números lo suficientemente alarmantes como para poner la ciudad bocabajo. Vemos en todos los informativos que en media España sacan los tractores para reivindicar los derechos de los agricultores. En algunos sitios, la policía sacudiendo todo lo que no repartió en otros, como desquitándose. Y en León ¿qué? Muchos pensarán que para qué vamos a hacer algo si sólo saldrán cuatro. Lo mismo que en la famosa manifestación de la España vacía, en la que estaban presentes todas las provincias afectadas menos León, una de las más golpeadas. Así que, ahora entiendo a los expertos que dicen que la llamada ‘mesa por León’, es una más de tantas, y que no servirá para nada. No se ha convocado y ya la hemos sacrificado. Así que con su permiso, voy a llamar a Alfonso, mi médico y amigo, para que me vaya recetando algo, porque siendo un eleteuve de carné como soy, lo pillo fijo.
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