León apuesta por el comercio de barrio

Un carnicero, un pescadero y un frutero cuentan su experiencia: notan más clientes de la zona, crecen los pedidos por encargo y se desplazan a llevar el producto a domicilios

Jesús Coca Aguilera
08/05/2020
 Actualizado a 08/05/2020
Miguel en su pescadería, Juanjo en la carnicería y David en la frutería. | MAURICIO PEÑA
Miguel en su pescadería, Juanjo en la carnicería y David en la frutería. | MAURICIO PEÑA
Mientras unos tenían que confinarse en domicilios, muchos otros han seguido durante estas semanas del Estado de Alarma trabajando en primera línea. Un caso que no es sólo el de los sanitarios o el de las Fuerzas de Seguridad, también el de aquellos que trabajan cara al público en alimentación y no han parado... e incluso en algunos casos han incrementado su nivel de trabajo en estas fechas.

Más clientes de la zona que ahora confían en que se queden, servicios perdidos que hacían a restaurantes o colegios, desplazamientos a domicilios para llevar comida a aquellos que no pueden salir de casa, más pago por tarjeta, gente más cercana que nunca y respeto por las medidas de seguridad hasta el punto de haber visto alguna discusión entre las personas que están en la tienda por ello. Son algunas de las cosas que han notado los comercios de barrio, por quienes un gran número de leoneses ha optado en mayor medida que de costumbre en esta situación.

Separados por apenas 350 metros en la Avenida Mariano Andrés y con clientes en muchos casos comunes por ello nos encontramos con tres negocios ya clásicos de la zona como la ‘Pescadería Miguel Llorente’, la ‘Frutería David’ o la ‘Carnicería Maxi. Embutidos El Negrillón’. Tres tiendas pequeñas, especializadas y que tienen que hacer frente a mucha competencia, reflejando un escenario similar al que nos podríamos encontrar en la mayoría de los barrios de la capital. Tres experiencias que se pueden extrapolar a muchas otras en las que sus protagonistas han intentado dejar en casa el miedo y buscar que todos los que los visiten noten la ventaja de ese comercio cercano.

Miguel: «Pierdes gente que vive lejos, pero la de cerca viene y hay muchos que no conocía. Se vende bien» «La gente va más a las tiendas del barrio en vez de ir al supermercado, está siendo muy solidaria con este tipo de comercio. Echas en falta a la de lejos, yo tenía bastante y esa no viene, pero los de cerca habituales sí. De hecho hay mucha gente que no conocía y está viniendo», reconoce por ejemplo Miguel Llorente, dueño de la pescadería que lleva su nombre, que reconoce que «no estoy descontento para nada con las ventas, en absoluto, se vende bien. Hemos perdido los colegios a los que servíamos, pero compensamos con la gente».

«Vienen mucho más, sin duda, veo bastantes caras nuevas aunque algunos luego son hijos de clientes mayores habituales», señala por su parte David Pérez, encargado de la frutería; mientras que el responsable de la carnicería, Juanjo Martínez, reconoce que «del barrio siguen viniendo e incluso ves alguno más, que se lo agradeces muchísimo con toda la competencia que hay en esta zona, el problema es la de fuera. Nosotros servíamos a bares, restaurantes o residencias universitarias que está todo cerrado, y nos venía mucha gente de otros barrios, pueblos o que se llevaba embutidos al irse en Semana Santa y todo eso no ha venido».

Juanjo: «No he sentido miedo por mí, sí por llevarlo a casa. Deberían hacer test a los que  trabajamos cara al público» Eso sí, una de las dudas es: ¿se podrá mantener a esa gente nueva?. Y ahí nadie lo tiene claro. «Intentas que te conozcan bien, agradar y que vean la diferencia de comprar en una tienda especializada para que se queden, que hay gente que te lo dice, que el género es distinto al del supermercado», apunta Miguel, reconociendo David que «si de cada diez pudiéramos convencer a cuatro o cinco lo daríamos por muy bueno» y añadiendo Juanjo que «las grandes superficies son muy cómodas porque compras todo. Pierdes calidad pero ganas, más que en dinero, en tiempo. Hay cosas en las que no puedes competir con ellos pero sí en trato y calidad, así que intentas dárselo y convencerles por ahí".

David: «Todos cogen guantes, guardan la distancia, hacen cola fuera y entre clientes se lo recriminan si lo incumplen» De hecho, algo común a los tres es que durante estas tres semanas están llevando a los domicilios pedidos a esa gente que no pueda salir o que prefiera no hacerlo. «Mira, la tienda online sí que ha crecido exponencialmente y ahí sí que he notado a gente nueva, el 40% de los que se lo llevamos son de personas que no solían venir, pero sabe que vamos y la calidad que tenemos y llama para hacer pedidos semanales», apunta Juanjo; mientras Miguel corrobora que «el teléfono ha funcionado muchísimo. Normalmente no lo hacemos, pero a gente mayor que no puede venir y te encargan, o que vive en Navatejera, Villaquilambre o en el centro se lo llevas sin problema al final del día, de hecho llamé a la concejala de Consumo porque sacaron una lista con los que lo hacían y no estábamos, que nos puso luego»; y añadiendo David que «a muchos no les ves, te dejan el dinero en el pomo de la puerta y les pones ahí la bolsa, pero a todo el que lo pide se lo llevo».

David: «La gente es más cercana. Te preguntan mucho qué tal lo llevas o se quedan charlando un poco» Y es que miedo en la gente «sí que ves», aunque ellos como tal no lo han sufrido. «No he llegado a tenerlo, de hecho creo que tenemos que intentar evitar transmitir ese miedo o tristeza a la gente», apunta David, señalando Juanjo que «yo por mí ninguno, sí por los clientes o por llevarlo a casa a la familia, si hubiera tenido otro piso me habría ido estas semanas a él», lo que le lleva a reclamar que «nos hagan test a todos los que vendemos de cara al público una vez que se lo hagan a los sanitarios y las fuerzas de seguridad».

Al menos lo que sí notan es a la gente concienciada con las medidas de seguridad exigidas. «Siempre tuve guantes en la tienda, pero antes mucha gente se los ponía y otros no, ahora cogerlos es lo primero que hacen al entrar en la tienda y si alguien no los tiene otros se lo recriminan», señala David, añadiendo que «todo el mundo guarda la distancia, hace cola fuera y de hecho, aunque dejo dos personas, casi siempre si hay una dentro tengo que decirle yo al primero de fuera que entre».

Miguel: «Intentas que te conozcan, agradar... que vean la diferencia con una tienda así y cuando pase se queden» Dos es el límite que tienen los tres establecimientos y las colas y el buen comportamiento es algo común, apuntando Juanjo, que dentro de la tienda tiene una pequeña ‘barrera’ con cajas de leche para que la gente no toque el mostrador, que «hay de todo, al final esto saca lo mejor y lo peor de las personas, pero por lo general se han comportado, guardando la distancia y esperando fuera sin problema los días de frío, aunque ahora intentas ir más rápido al no estar dentro y además normalmente cuando ven ya cuatro o cinco en la cola no esperan o incluso te llaman y te dicen que se lo lleves porque había mucha».

Tan preocupados están, que tanto Miguel como David reconoce que han tenido «alguna discusión dentro de la tienda con clientes enfadándose con otros por no guardar la distancia, que intentas parar aunque nunca va a más».

Juanjo: «Hay cosas en las que no compites con las grandes superficies, pero en trato y calidad sí y buscamos eso» ¿Los principales cambios en el día a día? Van desde cómo se han multiplicado el pago por tarjeta, que Miguel señala que «ahora se paga tres veces más que en efectivo y creo que es algo que ha venido para quedarse» y Juanjo que se abonan así «el 80 o 85% de las ventas»; a la mayor «cercanía» y conversación que tienen con la gente («habituales con los que no solías hablar ahora siempre te preguntan qué tal o se quedan charlando un rato salvo si no hay cola», apuntaDavid); la mayor cantidad adquirida («se compra en plan locura, para varios días», afirma el propio David)o la limpieza que hace que por ejemplo la carnicería cierre una hora antes por las tardes para desinfectar o que tengan geles para echarse entre cliente y cliente.

Consecuencias de una crisis que han intentado afrontar de la mejor manera. Que ha llevado a muchos a acercarse a esa tienda que tienen cerca de casa y a la que no iban. Que quizá haya cambiado la perspectiva sobre dónde comprar.
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