09/12/2018
 Actualizado a 12/09/2019
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Los 40 años de la Constitución también nos llevan a reflexionar un poco sobre los de la provincia. Para constatar que, pese a las habituales lamentaciones y jeremiadas que escuchamos cada día, y desde tantos foros, las cosas están infinitamente mejor que entonces. Al margen de la minería, un sector que ya no tiene futuro porque los combustibles fósiles no son de recibo si queremos que el planeta no se vaya al diablo. Nos guste o no.

León en 1978 no tenía ni un solo kilómetro de autovía, ni se le esperaba. Las carreteras de Asturias y Galicia eran peligrosas y arduas. Las vías secundarias estaban en la mayoría de los casos en muy malas condiciones. Y para qué hablar de dotaciones educativas, sanitarias o en servicios sociales. En todos esos sectores el progreso ha sido enorme, y ello a pesar de que la población disminuye. Somos cada vez menos, pero con más servicios, aunque todo sea mejorable. Y además la provincia se beneficia de la solidaridad del resto de España. En las pensiones, por ejemplo, un asunto capital.

León tiene unas dotaciones culturales impensables en 1978. El Musac o el auditorio, amén de muchos otros museos, tanto en la capital como en la provincia, han cambiado por completo el mapa cultural. Muchos artistas leoneses han surgido o se han consolidado en estas cuatro décadas. La nómina de escritores de esta tierra es extraordinaria, en cantidad y en calidad. Los leoneses somos ricos en memoria, en imaginación y en lenguaje.

León tiene mejor que nunca sus espacios naturales y su riqueza monumental esparcida por todas las comarcas, aunque todavía quede tanto por hacer. León se ha modernizado; en la provincia viven innovadores, músicos, diseñadores, editores, poetas. Y si vamos a la gastronomía, se ha perfeccionado un nivel que ya era bueno. Sin olvidar que hay cosas que están mal, y que Ponferrada tiene demasiados locales comerciales vacíos, y que el Bierzo se quedó sin AVE, y que las cuencas pierden población aunque retengan muchas pensiones nada desdeñables.

Siendo todo eso crucial, aún lo es más la Constitución y el régimen de libertades que establece. De dignidad, de derechos, de justicia y de democracia. La Constitución ha sido el marco que ha propiciado que España hoy sea, sin lugar a dudas, y por tantas razones, uno de los dos o tres mejores países del mundo para vivir. ¿Alguna pena? Tal vez que hubiera sido mejor una autonomía astur-leonesa. Pero los del otro lado prefirieron el ‘Asturexit’”. Seguro que muchos están arrepentidos.
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