25/09/2020
 Actualizado a 25/09/2020
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Una de mis cosas favoritas de la vida son los Juegos Olímpicos. Mi nivel de frikismo con la gran cita del deporte mundial no solo tiene que ver con adaptar mi horario al huso de China, Australia o Brasil, sino que también va hasta el punto de pasar ratos libres volviendo a ver en el sensacional canal de Youtube del Comité Olímpico Internacional ceremonias de inauguración o clausura e incluso la presentación de las candidaturas de las diferentes sedes.

Es por eso que estos días que se presenta la de León al Centro Europeo de Ciberseguridad, me gusta imaginarme a nuestros políticos sobre el escenario de un sobrepagado palacio de congresos de alguna ciudad europea defendiendo las bondades de esta nuestra ciudad para ser el faro de Alejandría que ilumine a nuestros conciudadanos continentales en su lucha contra los príncipes nigerianos a los queles ha quedado en herencia una fortuna lista para donar a un desconocido a cambio únicamente de un pequeño pago por adelantado.

No dudo de la capacidad de cualquiera de ellos para emular el mítico «café con leche in Plaza Mayor», algo de lo que también podemos disfrutar en la capital del Viejo Reino, pero espero mucho más de los nuestros. Desde luego que si la contrincante es Bruselas, atizar a la ciudad más fea de Europa es sencillo. Comparar a un niño meón con la catedral o a las patatas fritas con la cecina no debería dejar lugar al debate, otra cosa es que para una referencia de la modernidad de la que yo al menos espero luces led hasta en el lavabo, se reutilice una vieja estación de tren que más parece un edificio multiusos, capaz de acoger desde un gastromercado hasta la sede de un organismo tecnológico europeo.

Ojalá la candidatura de León 202X (mejor no aventurarse a poner número, no vaya a ser) sea la ganadora. Falta hacen buenas noticias.


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