Lecciones, por Manuel García

El alcalde de Villaquilambre pone el foco en los ayuntamientos para animar a estos a trabajar codo con codo con la sociedad para hacer futuro en la provincia

Manuel García
26/06/2020
 Actualizado a 26/06/2020
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Hace tiempo que el padre de un buen amigo que padece una dolencia desde hace muchos años me dijo que las enfermedades te quitan muchas cosas, pero que también te las dan. Y llegados a este punto, en el que tanto dolor nos ha tocado pasar, me parece justo hacer un llamamiento a la parte pedagógica de una enfermedad que ha destrozado la vida de miles de familias en nuestro país, porque aunque pueda parecer irónico todo esto también nos ha traído cosas buenas.

Han sido meses encerrados en casa en los que nos hemos dado cuenta de que no nos hacen falta tantas cosas para vivir y, lo que es más importante, para ser felices. Pero también hemos sentido que había otras experiencias a las que no dábamos valor y que son el alimento de nuestra alma en el día a día. El contacto con nuestros seres queridos, el lujo que es poder sentarse a compartir una tarde con los amigos, hasta la posibilidad de poder decir adiós a nuestros abuelos han adquirido otra dimensión, la que realmente tienen. Un valor que en demasiadas ocasiones ha sido sustituido por lo superfluo, por lo que sobra.

La palabra crisis procede del griego, etimológicamente significa decisión. Precisamente eso es de lo que se trata, de decidir aprender de todo lo malo o volver a ser los mismos que éramos antes de que todo esto pusiera patas arriba nuestras vidas. Nada de esto habrá tenido algún sentido si no aprendemos una gran lección. Una lección de vida.
He querido empezar la oportunidad que me da este periódico desde la parte personal porque eso es lo que en muchas ocasiones nos falta a los políticos. Y creo que es lo que los ciudadanos también tienen que escuchar, y más en estos momentos. Después de tanto dolor, de tantas perdidas, de tanta angustia, nuestros vecinos no quieren escuchar frases hechas o cifras sin sentimientos. Después esta emergencia sanitaria y económica tenemos otra pandemia que es tan mala y peligrosa como las anteriores, la del miedo.

El equipo de gobierno que dirijo ha sido consciente desde el primer momento de que además de tratar de ayudar a los vecinos a cubrir sus necesidades básicas teníamos que estar con ellos para salvaguardar el daño psicológico que una experiencia tan traumática como la del encierro forzoso trae consigo. Por eso, desde el primer momento, pusimos en funcionamiento un teléfono de ayuda psicológica que ha combatido ese miedo que han sufrido nuestros mayores, el miedo a la soledad; nuestros niños ante una experiencia que podía marcarles traumáticamente para el resto de su vida o de sus padres, que han vivido la angustia de no tener la capacidad de sacar adelante a sus familias.

Para todos ellos ha estado su Ayuntamiento, y lo digo con mucho orgullo, porque en las situaciones difíciles se ve realmente la pasta de la que están hechas las personas y en Villaquilambre todo el mundo ha estado a la altura. La Policía y Protección Civil se han multiplicado para que no hubiera un niño que no tuviera su felicitación de cumpleaños, los servicios sociales trabajan cada día en mil frentes para estar con los que más nos necesitan, el departamento de informática ha mantenido el funcionamiento de la administración venciendo mil dificultades y así podría enumerar el trabajo realizado por todos los trabajadores.

Toca ahora mirar hacia delante, la primera línea de batalla son los ayuntamientos, la primera puerta que un vecino con problemas o indignado toca es la nuestra y es por eso que necesitamos más que nunca recibir los recursos necesarios para poder evitar la marginación, la desigualdad o la fractura social. Aprovecho este espacio para requerirle al Gobierno que asuma sus responsabilidades a la hora de no dejar a nadie atrás. Del marketing político no se come y de vender humo tampoco. Si se anuncia una Renta Vital Básica hay que saber, como mínimo, cómo se va a gestionar y no hacerse la foto para después pasarle la pelota a los municipios. Es mucho lo que nos jugamos para vivir en esta constante improvisación. Y si tenemos que ser nosotros lo que gestionemos una situación tan complicada no nos pondremos de perfil pero con los recursos necesarios para sacar una situación de tanto calado.

No quiero terminar este espacio sin tener un recuerdo sentido para todas las familias que han perdido a sus seres queridos de una forma tan cruel. Y en especial, a las del municipio. Un homenaje que quiero encarnar en la figura de Antonio Gutiérrez, coordinador del Centro de Salud de Eras de Renueva. Un facultativo del consultorio de Navatejera que se ha dejado la vida ayudando a los demás y que como tantos otros siempre permanecerá en nuestra memoria. Por Antonio y por todos ellos tenemos que aprender una lección…
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