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Lecciones de cosas

13/11/2016
 Actualizado a 18/09/2019
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Que a mí no me guste la palabra superluna no es más que una anécdota. Como lo será en 2034 la referencia a este mes de noviembre que vivimos y a este plenilunio que tal vez no nos deje ver las nubes esta noche y que es semejante a la que otras gentes observaron en 1948. Compartiremos con ellos, en fin, una luna llena sensiblemente más grande y brillante porque se encuentra en la parte de la órbita más cercana a la Tierra, que el diccionario define como perigeo. Una palabra hermosísima que a mí me recuerda siempre a un poema de Ángel González, nostálgico y entrañable, titulado ‘Lecciones de cosas’, a pesar de que en él no haya ninguna referencia a la Luna: Por encima del campo pasó el mes de septiembre./Quizá el último sol del otoño/–antes de que las lluvias/lleguen– sea este/Solen periplo rápido (entre rosadas nubes)/ hacia/su lejano destino, arrebatado/de todos los espacios/por la ciega atracción de otro cuerpo celeste./(Consúltense estos nombres en una enciclopedia:/Galaxia, paralaje, azimut, Newton, auge). Conviene hacerle caso y consultar una enciclopedia porque en esos nombres, preciosos y precisos, se encuentra la clave de sus versos que adquieren una significación profundamente humana. No conozco poeta que no haya estado tentado de cantar los ratos de esa extraña felicidad que proporciona contemplar la Luna o mirar la noche estrellada. En los últimos versos del libro I de la Eneida, finalizado ya el banquete, el aedo Yopas toma su cítara dorada y empieza a zurcir sus cantos que son para el vagar de la Luna y las fatigas del Sol, el origen de animales y hombres, el agua y el fuego. Canta también a Arturo, a los dos Triones y a las Híades, ninfas hacedoras de la lluvia a las que Zeus transformó en estrellas que colocó en la cabeza de Tauro. Apuleyo hace que Lucio, metamorfoseado en asno, suplique recuperar su forma humana a una Luna rotundamente llena que emerge de las aguas del mar. Si esta noche las nubes no nos dejan ver la Luna, siempre se puede leer a Borges: Ariosto me enseñó que en la dudosa/Luna moran los sueños, lo inasible/el tiempo que se pierde, lo posible/ o lo imposible, que es la misma cosa.
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