Lazos de carbón

07/10/2021
 Actualizado a 07/10/2021
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La fuerza y la magia de la mina es la que propicia que un joven grafitero, incrustado en el mundo urbano de la lejana Barcelona, sienta la llamada de las historias que le contaba el abuelo Gorostieta en aquellos veranos de infancia y vacaciones en Valmartino y decida llevar a una pared la imagen gigante de Julián, vestido de minero tal y cómo él lo imaginó a través de sus palabras que son ahora el hilo conductor de los botes de spray que van plasmando cada uno de los detalles, cada una de las arrugas, cada una de las palabras que retumban en su cerebro, no tan urbano como creía.

Y la magia es que lo que salió de aquellos botes que manejaba su nieto Sergio, que la imagen que cobró vida, era exactamente la del abuelo Julián Gorostieta, viejo minero leonés que pasó más de tres décadas, casi cuatro, arrancando carbón en las explotaciones de Hulleras de Sabero o Esteban Corral, entre otros.

El abuelo bajó un día a ver el mural. Con su cacha, sus gafas de bastantes dioptrías, pero nada más acercarse a la pared dijo admirado: «Soy yo». Y a todo el que se acercaba le contaba que lo había pintado aquel rapaz que andaba por allí con un puñado de botes. «Me sacó tal y como soy, es muy artista». Y Julián muy minero.

Artista y minero unidos por lazos de carbón; unos lazos llenos de fuerza y razón. Unos lazos que todos los que saben lo que es una mina, lo que es un minero, lo que supone este viejo oficio, todos ellos ven, entienden, defienden y se emocionan...

La pena, lo duro, es que estos lazos no se ven ni se entienden desde las ventanas de los despachos de los ministerios al levantar la persiana para entre el sol porque ya no hay dios quien pague el recibo de la luz.

Si hubieran visto a Julián y Sergio, otro gallo cantaría.
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