22/10/2017
 Actualizado a 17/09/2019
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Hasta hace ocho años el día internacional contra el cáncer de mama y sus lazos rosas me pasaban bastante desapercibidos. No es que no me importase la suerte de las afectadas, sencillamente me parecía una más de tantas efusiones de solidaridad con causas que no tienen oponentes ante quien exhibirla, y que al final sólo están en manos de la ciencia y de la Providencia.

En la misma época, otra iniciativa relacionada con la misma enfermedad me tocó de una forma mucho más profunda. Ignacio Sáenz de Pipaón, que trabajaba en la sección de deportes de la vieja Crónica de León, escribió un artículo dedicado a una paciente que acababa de ser diagnosticada de cáncer de mama. ‘Pipa’ terminaba asegurando que ese partido lo íbamos a ganar, y la paciente era mi mujer, con la que acababa de tener a mi segunda hija hacía apenas un año.

En la lucha que vino a continuación, la ciencia hizo su trabajo y la Providencia nos regaló que al final, en efecto, ganásemos aquel partido, después de años en los que se sucedieron la operación, los tratamientos de radio y quimioterapia con sus consabidos efectos secundarios, los sustos y las revisiones. Pero en la victoria jugaron también un papel fundamental el asombroso afecto que recibimos y, especialmente, el espectacular coraje de la paciente.

Ahora sé que quienes reciben la tremenda noticia que a nosotros se nos vino encima hace ocho años no sólo necesitan médicos, sino también el amor de su familia y de sus amigos, el afecto de los extraños, y el calor de una sociedad cada vez más individualista y más fría.

Ahora sé, además, que Charlotte Haley, inventora del lazo rosa, consiguió cambiar las tornas en cuanto a la prevención y lucha contra el cáncer de mama, a las a principios de los años noventa se dedicaban sólo 90 millones de dólares en Estados Unidos. Es imposible saber, un cuarto de siglo más tarde, cuántas vidas habrá salvado con aquellos trocitos de tela rosa.

Por eso, cuando ocho años después se puede decir que Pipaón acertó de pleno en su pronóstico deportivo, toca, una vez más, dar las gracias a los médicos que trataron a mi mujer y a todos cuantos estuvieron a nuestro lado, pero también a cada persona que se cuelga un lazo rosa en la solapa cada 19 de octubre, que se apunta a la carrera que Almom organiza hoy en León y tantas como se celebran en todas partes, y a todos los que dedican un gesto o un pensamiento a estos días internacionales que tantas veces se nos presentan como estériles. Todos ellos ganan muchos partidos cada día.
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