Las Tuerces: setas pétreas únicas en España

El espacio kárstico, integrado en el Geoparque de Las Loras, se guarece en un laberinto de piedras caprichosas, puentes y arcos naturales y callejones que cobijan a un paisaje encantado

Ical
09/06/2018
 Actualizado a 19/09/2019
Monumento natural de Las Tuerces en Villaescusa de la Torres (Palencia). | ICAL
Monumento natural de Las Tuerces en Villaescusa de la Torres (Palencia). | ICAL
Un auténtico laberinto pétreo, con alternancia de grandes bloques de formas caprichosas, se cobija en el espacio natural de Las Tuerces, en Palencia. Allí donde el Pisuerga pasa de la niñez a la adolescencia, guiado por gargantas y acompañado por el agua y el viento que, tras miles de años, han contribuido al moldeado de un lugar único en España. Gigantescas piedras en forma de setas, puentes y arcos naturales, cerrados callejones y umbrías covachuelas dan lugar a un encantado paisaje en el que parecen habitar duendes y brujas, en el que da la sensación de que los inquietos trasgos se asoman y se esconden detrás de cada elemento, allí donde no quieren ser vistos.

El escenario kárstico, que también posee restos prehistóricos que atestiguan la relevancia del lugar, se ha convertido en magia, junto al pueblo de Villaescusa de las Torres. Dentro del Geoparque de Las Loras, en el norte de Palencia y Burgos, y que acaba de cumplir un año, el 5 de mayo, desde su declaración por parte de la UNESCO. “Tanto Las Tuerces como Covalagua son dos ejemplos muy importantes y únicos en Castilla y León y en España gracias al paisaje kárstico tan representativo. No hay otro igual en la Península Ibérica. Por eso han sido declarados como espacios naturales protegidos y reconocidos por un organismo de tal relevancia a nivel internacional”, presume el director científico del Geoparque Las Loras, José Ángel Sánchez.

Este peculiar enclave paisajístico, monumento natural, es el “resultado de los activos procesos de disolución” llevados a cabo por la erosión de origen kárstico en las rocas calizas del Cretácico Superior. Así explicado es sinónimo de gran tecnicismo. Por eso, en declaraciones a Ical, Sánchez concreta que Las Tuerces se ubica en las estribaciones más occidentales de los Páramos de La Lora, en la zona de contacto entre los relieves de la Cordillera Cantábrica y los materiales sedimentarios de la Cuenca del Duero, donde se configura un entorno “espectacular” en el cañón de La Horadada y unas estructuras geológicas con la mesa de La Lora que “van creando esas formas, muy íntimamente ligadas con las características de la roca caliza”.

En su conjunto, este relieve amesetado constituye un “sinclinal colgado”, situado en una importante franja de plegados de cobertera. José Ángel Sánchez sostiene que esta zona delimita el tránsito entre los relieves muy movidos, propios de las zonas montañosas, y el ondulado de los páramos, donde “figuran rasgos diferenciales singulares debido a las características de su sustrato”. A esta unidad pertenece el “más importante y casi único núcleo” de terrenos mesozoicos (principalmente del Cretácico y algo de Jurásico y Triásico) de la provincia palentina.

Un punto preciosista


Y es ahí donde se llega al punto preciosista, caprichoso de Las Tuerces, donde se ha originado un modelado kárstico consecuencia de la disolución de la caliza por el agua que ha dado lugar a un escenario de película infantil. Sánchez destaca también el levantamiento de las ‘crestas turonenses’, como prueba de la dinámica morfogenética de Las Tuerces: “Acción combinada de la dinámica erosiva y una tectónica de carácter intrusivo”, expresa.

Los angostos callejones, donde habitan ejemplares de haya, entremezclados con avellanos y arbustos espinosos, son una parte importante del “paisaje ruiniforme” con calizas del Cretácico Superior. Cuentan con una edad de unos 90 millones de años, matiza Sánchez, materiales que se depositaron en el fondo de un océano de gran profundidad. “Era cálido, con corales y fósiles”, remarca el investigador. Una vez sedimentados esos materiales emergieron del océano y dieron inicio los procesos del paisaje actual, relacionados con las propias características de las calizas.

“Se disuelven con el agua y forman esas formas tan caprichosas y callejones, diaclasas, procesos de disolución tardíos desde el punto de vista geológico de los últimos 15 millones de años”, desliza. Es en ese periodo cuando se conforma el paisaje actual, protagonizado por dos elementos característicos: los propios procesos de disolución que aparecen en la roca carbonatada y el espacio cortado por el río Pisuerga, que atraviesa las calizas del Cretáceo Superior.

Su particular situación geográfica, la heterogeneidad y estado de conservación de sus hábitats ha favorecido la presencia de fauna ictícola, como trucha de río común, o anfibios como la salamandra o la rana de San Antonio. Además, existen 13 especies de reptiles y 75 de aves. Águila real, águila calzada, azor, gavilán, halcón peregrino, cernícalo común o diferentes aguiluchos han hecho de Las Tuerces su casa, junto a mamíferos típicos, como el lobo.

Controlar el turismo


En conjunto, no difiere tanto de otros puntos de la Cordillera Cantábrica en ese sentido. “Mientras Picos de Europa y la parte más oriental de la Cordillera son de origen carbonífero, con rocas de 300 millones de años, Las Tuerces se sitúan en los 90 millones. Pero ambas son de origen marino, con características en el tiempo geológico a los que les afecta la orogenia alpina, con el choque de la placa africana”, espeta.

Sánchez recuerda que fue la Asociación para la Reserva Geológica de las Loras (Argeol) la que impulsó la candidatura del Geoparque de Las Loras. Ahora existe una mesa de trabajo que representa a la Junta, diputaciones de Burgos y Palencia y ayuntamientos. “En este primer año de funcionamiento se ha notado un punto de inflexión en determinados espacios del mismo, como por ejemplo en Las Tuerces. Hay más visitantes, tanto de expertos como otros particulares”, apostilla. En Covalagua, gracias a la nueva red de senderos, el incremento “ha sido brutal” y no se puede cifrar porque aún no existe un centro de visitantes, “pero los aparcamientos siempre están llenos”.

No en vano, en el pueblo palentino de Villaescusa de las Torres el aumento de llegadas “ha sido increíble”. Todo ello provoca que “haya que ponerse las pilas” para trabajar en el plan de uso público, junto a la Junta, y “ordenar y regular el espacio para que no se convierta en un problema para visitantes y residentes”. La idea es impedir lo que sucede en Orbaneja del Castillo, en Burgos, y que supone el límite oriental del Geoparque: “Queremos adelantarnos a ello y que el turismo no sea masivo; que tenga sentido para el territorio y el espacio”.

Sánchez matiza que el Geoparque se ha convertir también en un herramienta de puesta en valor del patrimonio, desde cualquier vertiente. Más en concreto, el arte es una de las principales apuesta de esta comarca. Precisamente, el arte protagonizará el nuevo centro de recepción de visitantes que se construirá en Aguilar de Campoo. “Esta vinculación es una de las patas más importantes y tiene que ser punta de todo lo que se genere en el territorio, desde lo románico hasta lo contemporáneo”, explicó el representante de Argeol.

Por ello, dentro de la Semana de los Geoparques, se mantuvo hace unos días un encuentro con artistas locales con el objetivo de presentarles el proyecto y hacerles partícipes para conocer sus demandas y sugerencias. Además, este año la vertiente artística es la protagonista de la programación de la Semana de los Geoparques, que se celebra por cuarto año consecutivo en la comarca, como punto para dar a conocer el territorio desde su patrimonio artístico y cultural: “Viene mucha gente y hay que mostrarlo a todos”. Así, conferencias en torno al vínculo entre la geología y la arquitectura, talleres para niños y ponencias de expertos de Instituto Geológico Nacional centran la programación para esta iniciativa.
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