07/01/2015
 Actualizado a 12/09/2019
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Dice la RAE que ‘tara’ es un «defecto o mancha que disminuye el valor de algo o de alguien» Ydice el sentido común que cuando vemos un jersey con un fallo nos lo seguimos poniendo a menos que sea algo escandaloso. Pues así está la política leonesa, con pequeñas taras que aunque no suponen un desastre para las instituciones, sí impiden que funcionen con total normalidad. Uno de los ejemplos más llamativos es el del alcalde de Villaquilambre, que gobierna la mitad de los días desde Santander, como si el Ayuntamiento del cuarto municipio de la provincia fuera un Catan con el que vende trigo o hace carreteras y más casas. Eso sí, todo a distancia, mientras come un cocido montañés cuando lo propio sería que fuera maragato.

Otra tara la encontramos en San Andrés. Anda la oposición enfrascada en sacar todos los fallos posibles al equipo de gobierno, algo que tendría que ser su trabajo si no fuera porque bordean lo personal. Pero parece que se les olvida criticar otras cosas que pasan desapercibidas, como que el Consistorio sigue funcionando con los presupuestos de 2010 mientras el de 2011 está en el juzgado por presuntas irregularidades y el de 2015 no se hará hasta que no quede claro qué hacer con el agua, ese servicio básico que, como me predijo un fontanero cubano hace unos años, será el origen de la tercera guerra mundial.

Y si algo tienen en común San Andrés y Villaquilambre es que las adjudicaciones se prorrogan según sea el interés del alcalde y no del propio Ayuntamiento. Eso sí es más que una tara.
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