Siempre tienen las uñas pintadas por si hay que coger la pandereta. Siempre tienen el refajo planchado por si hay que vestirse de leonesa. Siempre tienen la garganta a punto por si hay que cantarle a la fiesta oficial. Siempre tienen la papeleta del «sí» levantada como respuesta a cualquier petición para lucir una fecha, una romería, una recepción, un hermanamiento, una feria, un sarao, un consorcio, una visita, una inauguración, un pasacalles, unos aluches, un recuerdo para el mecenas, un olvido para el pobre... Ellas están.
Y ensayan cada semana, le quitan horas al chocolate con churros, a la gimnasia de mantenimiento, a las penas de Belén de Esteban con un novio viejo o a las de la Pantoja conuna cárcel nueva... Y bucean entre las viejas canciones, cosen los versos sueltos de las coplas de la abuela, ensayan tonadas de pandero, escudriñan en los recuerdos para ser lo que siempre fueron quienes las precedieron, para que no se borre la huella de los músicos populares que le pusieron banda sonora a tanta fiesta, baile a tanta tristeza, música a tanto silencio, cercanía a tanta distancia.
Siempre son las de mejor humor, las que soportan el sol, las que escuchan en un rincón cómo las medallas se las ponen a otro.
Nada nuevo.
Lo más leído