Las otras Filipinas

29/05/2018
 Actualizado a 16/09/2019
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Se ha convertido en frase hecha: «Los últimos de Filipinas». Una expresión para todos los resistentes, los que aguantaban pegados a su tierra y a sus oficios, a sus formas de ver la vida y de andar por ella. Eran unos pocos y por eso eran singulares. Incluido aquel leonés que sí fue uno de los reales últimos de Filipinas, el capitán Sixto Muñiz, de la Sobarriba, que vivió aquel asedio histórico y dejó después un impagable legado en forma de una familia que hace honor al militar y está llena de esos otros «últimos de Filipinas». Os digo uno, para que veáis el tono: El tío Alberto, fundador de esa Ciudad de los Muchachos en la que se da techo a tantos niños que vivían sin más techo que el cielo.

Pero hay muchas Filipinas. Sobre todo en nuestra tierra. Situaciones que hacen de mucha gente falsos tipos raros, de profesiones extrañas que ayer eran el pan nuestro de cada día.

Ahí tienes a unos. Los esquiladores, algo que no hace mucho se hacía en tantas casas y en tantas comarcas y que en la actualidad son buscados con lupa, incluso han comenzado a llegar escuadras de esquiladores procedentes de la antigua Europa del Este o de Hispanoamérica pues se va perdiendo el oficio ¿Por qué?

En Cerezales debatían este fin de semana sobre el carea, sobre las razas puras, sobre los mastines, sobre el peligro de desaparición y un ganadero preguntó:

- ¿Por qué no han desaparecido los lobos en León y en otras partes del mundo sí?

- Porque no han desaparecido las ovejas.

¿Por qué están a punto de desaparecer los esquiladores? Porque están a punto de desaparecer las ovejas.

¿Y los lobos? Pues los últimos de Filipinas. Otros.
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