Las nuevas vocaciones, el mejor donativo

Las concepcionistas celebran la Inmaculada con la reciente llegada de tres nuevas hermanas

Alfonso Martínez
09/12/2018
 Actualizado a 18/09/2019
El alcalde de León, Antonio silván, hace entrega del sobre con el tradicional aguinaldo a las hermanas Concepcionistas. | SAÚL ARÉN
El alcalde de León, Antonio silván, hace entrega del sobre con el tradicional aguinaldo a las hermanas Concepcionistas. | SAÚL ARÉN
El Ayuntamiento de León cumplió este sábado con una tradición que alcanza ya los 361 años de historia. Se trata de la visita al convento de la Inmaculada Concepción, que va acompañada de una misa y de la entrega de un donativo por parte del alcalde para contribuir al sostenimiento de la orden.

La cita se repite cada ocho de diciembre desde 1656, aunque no quedó institucionalizada hasta el año siguiente. La corporación municipal salió de San Marcelo hasta llegar al convento, donde fue recibida por las hermanas concepcionistas. Tras la correspondiente celebración eucarística, el alcalde de la capital, Antonio Silván, hizo entrega del donativo a la congregación a través de la reja del locutorio, que está ubicado en la planta superior del convento.

La cantidad se había mantenido estable durante los años de la crisis (el donativo era de 540 euros), aunque desde el año pasado el Ayuntamiento ha sido más generoso y ha elevado la cantidad hasta los 650 euros. Posteriormente, los asistentes degustaron pastas acompañadas de mistela y cantaron el que ya se ha convertido tradicionalmente en el primer villancico de la Navidad. En este caso, ‘El tamborilero’, de Raphael.

Era tradición que las hermanas aprovechasen ese día para pedir ayuda a la hora de mantener su convento, pero también de mostrar su preocupación ante la falta de vocaciones. «No perdemos la esperanza, pero eso sólo lo sabe el de arriba», solían decir desde el otro lado de la reja. Pues este año el mejor donativo que han recibido las concepcionistas no ha sido el sobre del alcalde, sino la llegada de tres nuevas hermanas. La congregación estaba formada por ocho monjas que ahora ya son once.
La tradición siguió en la Plaza Mayor con el canto de la Salve y la glosa a la Virgen a cargo del cronista oficial de la ciudad, Máximo Cayón, quien ensalzó la intensa tradición mariana de la ciudad y las raíces de su fervor inmaculista.

Los actos culminaron, como también es costumbre cada ocho de diciembre, con el tradicional aperitivo en Casa Benito, aunque este año el acto sirvió también para descubrir una placa de homenaje a esta histórica taberna y a la mueblería El Condado por su contribución al mantenimiento del rincón mariano de la Plaza Mayor.
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