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Las naciones del Bierzo

22/12/2019
 Actualizado a 22/12/2019
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Está de moda elucubrar sobre el número de las naciones españolas. El más arriesgado en concretarlo ha sido el líder del Partido Socialista de Cataluña, Miquel Iceta, que habla de ocho. Sin embargo esa cifra queda superada por el número de las naciones del pequeño Bierzo, y por su peculiar realidad plurinacional, que hunde sus raíces en un misterioso y antiguo entramado de identidades. Vayamos a la lista.

Fornela es un valle-nación, rico en soberanías y aguas frías de la cordillera. Tierra de mujeres y hombres admirables, dueños de una gran pulsión emprendedora. Ancares, vecino de Fornela, es, curiosamente, muy diferente, pese a compartir la pasión mercantil con los fornelos: ello es debido a que la idiosincrasia de sus gentes tiende más a la melancolía criptogalaica. En cuanto a la Somoza, ya en las aguas del Burbia, es una nación primitiva que ha sabido modernizarse sin perder sus rasgos de grandeza, simbolizados siempre por la reina doña Urraca, que fue feliz en sus bosques y aldeas, como bien se sabe.

Hacia el oeste, el Bierzo ofrece tres naciones más: Valcarce, tierra jacobea y de habla gallega; el apartado valle del Selmo, con sus aldeas de nombres chocantes, y, más al sur, la nación de las Médulas, que abarca el curso bajo del Sil antes de entrar en Galicia. Ahí ya se nota la influencia cultural y sociológica de la Cabrera, ribeteada del rojo por las barrancas de Santalla.

Al norte más populoso, aunque cada día más melancólico y arruinado por las minas, queda el Bierzo Alto, muy extenso, que abarca desde Fabero hasta Torre, teniendo en Bembibre un apunte literario, que ennoblece el discurso de las minas cesantes, de los mineros nostálgicos y de los pueblos que se vacían. Es un mundo propio, sólido, distinto. Como también lo es el Bierzo Bajo, colosal llanura verde y vino llena de romanticismo, donde luce un inigualable encanto: el que se otea desde el castro de Bérgidum. Villafranca y Cacabelos rigen esta nación dichosa y tan legítimamente exaltada.

Valdueza es el Tíbet del Bierzo, la prefectura alta y medieval. No habría Bierzo sin Peñalba, sin Compludo o San Pedro de Montes. Junto con la cercana tierra hermana de Los Barrios y Molinaseca. Todo eso es raíz pura del Bierzo, la nación que nos ampara y marca el camino cuando nos perdemos en la confusión y la niebla. Por último, claro, queda la nación de Ponferrada, que, a su vez, es un reino multicultural, poliédrico, inagotable. El Bierzo, pues, tiene diez naciones; ganamos por dos a España.
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