09/07/2019
 Actualizado a 18/09/2019
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Cuando los romanos decidieron extraer el oro escondido en el Bierzo, tuvieron la suerte de que ningún grupo ecologista se opuso a la destrucción de los montes. Pero, además, no imaginaban que más allá del agotamiento del precioso metal iba a tener ese nuevo paisaje tanta trascendencia turística. Quizá por eso más de una vez, contemplando el ingente espectáculo de la Gran Corta de Fabero, nos ha venido a la memoria el paraje de las Médulas, sustituyendo en este caso el color ocre por el color negro. Sin despreciar la importancia de la restauración de los cielos abiertos, nos hemos preguntado si, en el caso de Fabero, no sería interesante conservar con las pertinentes infraestructuras que permitan las visitas, para que lo puedan ver las futuras generaciones, ese impresionante paisaje minero.

Es noticia estos días que la Cuenca de Fabero ha sido declarada Bien de Interés Cultural. Ignoramos en este momento las consecuencias prácticas de dicha declaración, pero nos alegramos por ella y deseamos que sea un impulso para evitar la tentación de desmantelar los vestigios de la minería. En algunos casos tal vez sea ya tarde. Así por ejemplo la desaparición de las líneas de baldes.

Ya es muy de agradecer la feliz iniciativa que hace años tuvo un grupo de mineros de hacer un excelente trabajo de recreación de lo que es una mina en torno al Pozo Julia de Antracitas. Merece la pena visitarlo. Pensamos que es un buen ejemplo a seguir. Tampoco deberían olvidarse ahora de otro punto muy significativo como es Combustibles. Suponemos que otro tanto debería hacerse con la instalaciones en el valle del Sil (Gaiztarro, Santa Cruz… ). Incluso con lo que queda de Valdeguiza.

A quienes hemos vivido el esplendor de la minería en esta zona y hemos contemplado después su brutal extinción nos queda el pobre consuelo de verla convertida en un museo o en un parque temático. Que al menos esto se haga bien.

Comenzábamos hablando de las minas de oro y su posterior evolución con el paso de los siglos. Pero no olvidemos que hay una diferencia muy grande. Suponemos que el oro desapareció. Sin embargo aquí queda mucho carbón. ¿Va a quedar eternamente sepultado en las entrañas de la tierra? Porque desde que las minas cerraron hemos seguido viendo día a día interminables caravanas de camiones cargados de carbón procedentes de puertos asturianos… Hace poco encontré en Internet un artículo del actual alcalde de Ponferrada que me sorprendió gratamente: ‘La posverdad sobre el fin de la minería del carbón’. Merece la pena leerlo.
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