"Las medidas energéticas van a favorecer aún más las compras a través de internet"

Entrevista a Javier Menéndez, presidente de la Asociación Leonesa de Comercio (Aleco)

Alfonso Martínez
14/08/2022
 Actualizado a 14/08/2022
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Con las medidas de ahorro energético como telón de fondo, el presidente de la Asociación Leonesa de Comercio (Aleco), Javier Menéndez, analiza la situación del sector y alerta de que no podrán soportar una nueva debacle del consumo como las vividas durante las crisis de los últimos años.

– ¿Cómo valora las medidas adoptadas por el Gobierno para hacer frente a la crisis energética? En el caso de las que afectan al comercio, destacan el apagado de los escaparates y el cierre de las puertas de acceso…

– Son las más nombradas, pero yo incidiría mucho más en el control de las temperaturas. Debemos tener un vigilante para controlar que no pasemos o no lleguemos a tantos grados. Y eso es muy importante, porque lo primero que valoramos es el confort del cliente, del consumidor. Y si viene a pasar frío o a pasar calor… Hablo a todos los niveles, porque esto no solo afecta al comercio. A nadie le apetece ir a un restaurante a comer y estar sudando la gota gorda o tener que llevar puesta la pelliza para no pasar frío. Esas medidas nos afectan a todos en cuanto a la refrigeración. Sobre el control de puertas, por lo que he comentado con los miembros de Aleco, no es que estemos absolutamente en contra, sino que pedimos que se aplique el sentido común. Nos dijeron hace dos años que lleváramos a los niños al colegio con dos jerséis y la trenca y que viviéramos en una jornada de puertas constante. Hemos pasado un frío horroroso en el comercio porque entendíamos que había que ventilar y ahora el 1 de agosto a las ocho de la tarde nos dicen que las puertas tienen que estar cerradas. No he leído en ningún sitio que ya no tengamos pandemia y una de las primeras premisas era que nos lavásemos las manos y que ventilásemos. Ahora quieren que tengamos las puertas cerradas en un comercio de 20, 30 o 50 metros cuadrados con gente. ¿Quieren que nos lancemos virus unos a otros? No veo prácticamente incidencia de esta medida. Por supuesto que debemos apagar la luz de los escaparates y mantener un nivel de temperatura, pero no podemos olvidar que seguimos en una pandemia, que sigue muriendo gente pese a que apenas se diga ya. Ya no es noticia, pero el tema de la ventilación sigue siendo fundamental.

– No ve por tanto con malos ojos que los escaparates se apaguen por la noche…
– No es que no lo vea con malos ojos. Es que nosotros hemos sido muy conscientes de ese ahorro energético por dos motivos. El primero es por concienciación, porque sabemos que hay que hacerlo. Y el segundo es que el coste de la energía es un torpedo en la línea de flotación de la cuenta de resultados de los comercios. No se puede pagar la energía al precio que lo estamos haciendo. Ya hemos limitado hace tiempo el horario de los escaparates y hemos limitado el uso o el abuso del aire acondicionado. En nuestras tiendas ya no se pasa frío. Tenemos una temperatura lo más confortable que podemos y somos los primeros corresponsables a la hora de lograr ese ahorro energético. Considero que cada comercio debe administrar su escaparate en función de la factura de la luz, pero no veo necesario que nos limiten. Estamos cada vez más encorsetados y sometidos a más decretos leyes. Es verdad que con los días más largos podemos hacerlos, pero cuando anochezca antes… Ciudades como la nuestra se han adaptado con su iluminación a la tecnología LED, pero muchas veces no es suficiente. Hay muchas zonas sombrías en las que el escaparate es el que ayuda a mantener unos niveles adecuados de iluminación. Otra cosa es que a veces, con esa nocturnidad, con la llegada del mes de agosto y con esa serpiente de verano que hay que sacar cada año, nos digan que nos quitemos la corbata… No voy a utilizar adjetivos. Hay ciudades europeas tan ecologistas o más que nosotros en las que dicen que los escaparates se apaguen desde las doce de la noche hasta las seis de la mañana. Tienen los mismos problemas de energía que nosotros. Y ojo, que por ejemplo a Francia le estamos mandando energía. Y otros países tan ecologistas o más que nosotros han vuelto al carbón o no se han ido del carbón. No sé por qué había tanta prisa aquí para tirar las torres de Compostilla y de La Robla. Se están abriendo minas en Sudamérica y quizá nosotros deberíamos dejar también un poco en suspenso esa ‘Agenda 2030’ y poder generar energía con otros medios en los que podríamos ser líderes y que ayudarían al desarrollo de nuestras cuencas.

– ¿Qué perspectivas tiene de cara al otoño para el comercio? Hay quien dice que el panorama económico va a ir a peor cuando pasen las vacaciones…
– Insisto en que lo que estamos viendo ahora es una serpiente de verano y que la vuelta de tuerca de verdad nos la van a dar en septiembre. Será entonces cuando nos obliguen a apretarnos un agujero más el cinturón. No sabemos a lo que nos podremos enfrentar, pero lo esperamos con mucha cautela y con mucha preocupación, porque ya incluso el ciudadano ha asumido que la gasolina puede valer dos euros. Es verdad que, a partir del 1 de agosto, cuando ya se habían llenado todos los depósitos, ha bajado, pero no se puede asumir con tanta facilidad. Y creo que a Rusia no le compramos ni un litro de gasolina, sino que lo seguimos haciendo con los de siempre… Es una vuelta de tuerca más, pero asimilamos cualquier cosa y nos callamos… Y mientras tanto León se muere por esta y otras muchas causas. Si no nos ponemos a trabajar todos… Y el comercio es un eslabón más, quizás el último, del tablero económico de la provincia. Somos una parte importante, pero si no funciona el resto, tampoco funcionaremos nosotros y nunca recuperaremos las cifras perdidas durante las múltiples crisis que hemos vivido, la de 2008, la del 2013, la pandemia y ahora esto… El comercio de proximidad ha ido perdiendo cuota de mercado y esto va a ir a más si hablamos de la incomodidad que va a suponer para el consumidor el hecho de acercarse a los establecimientos, ya que igual no quieren pasar ni frío ni calor y deciden sentarse delante de una tablet para darle al intro y comprar en canales de distribución que no se ven afectados por estas restricciones.

– ¿Es el comercio el principal damnificado por los problemas que puede haber en los demás sectores?
– Sí. Es el eterno olvidado, pero es así. Pensemos en una crisis empresarial que deja a cientos de trabajadores en la calle. Eso es un drama absoluto para los afectados directamente y para la zona en la que se ubique la empresa. Si no hay trabajo, no hay consumo y la gente ni puede bajar a la tienda de al lado de casa a comprar. Cualquier actividad económica fallida acaba repercutiendo en el comercio porque la gente no puede consumir como lo hacía cuando tenía un puesto de trabajo. Esto es una realidad, somos el último eslabón y nos caen todas. Somos además, junto con nuestros hermanos de la hostelería, los que pagamos los platos rotos de casi todo. Es verdad que ahora mismo nos encanta ver la ciudad con las terrazas llenas y con mucha actividad, pero tristemente eso no se ha trasladado al comercio. No tenemos ese turismo de compras tan ansiado por Aleco desde hace mucho tiempo, pero la gente tiene ganas de salir a la calle, de consumir y de relacionarse. El problema es que, cuando viene la debacle… Pues llegan cosas que como las que hemos vivido ya.

León puede salir de esta situación, pero si cada uno tira de la cuerda hacia un lado, el carro no se mueve– Y lo cierto es que esa debacle puede estar a la vuelta de la esquina. ¿Está el comercio leonés preparado para poder soportar una nueva crisis?
– En absoluto. Estamos al límite, no podremos soportar otra debacle, porque eso va a llevar a que las cuentas de resultados no aguantes, a tener hacer despidos y que haya muchos más carteles de ‘se vende’ o ‘se traspasa’ de los que ya tenemos en León. Aleco siempre ha pensado en grande, quizá porque abarca toda la provincia, pero mientras no se haga un plan director para el desarrollo de esta tierra, el comercio no va a funcionar. Y tampoco lo harán otros muchos sectores. Nos gustaría empezar a creer en nuestros políticos. Nos gustaría estar orgullosos de ellos, de los que gobiernan y de los que no. A todos les hemos elegido para que se pongan el mono de León y trabajen con un mismo fin allá donde estén, en Madrid, en Valladolid o en la Diputación. Mientras no haya un plan director que marque lo que deseamos para León… Tenemos que dejar de mirarnos al ombligo y de decir que alguien nos quita o nos deja de quitar cuando realmente la potencialidad de la provincia es infinita. Tenemos que ser los mejores en todo aquello en lo que ya somos buenos. Nuestra grandeza monumental, paisajística y gastronómica… Tenemos 3.000 kilómetros de ríos y siete Reservas de la Biosfera. ¿Quién tiene eso? Somos ricos y no lo sabemos, pero lo único que hacemos es lamentarnos. Vamos a otras provincias y pensamos que aquello es mejor. Somos muy miopes e insisto en que esto solo se arregla trabajando. Pico y pala a través de un plan director, de un proyecto de provincia que nos haga sentirnos orgullosos de nuestros políticos, de los que gobiernan y de los que están en la oposición, porque dejen de lado el ‘y tú más’ o el ‘y tú menos’. Debemos pensar qué queremos para León cuando nuestros hijos sean mayores.

– Lo más parecido a ese plan director ha sido la 'Mesa por León', que no ha destacado precisamente por sus éxitos…
– Alguien me dijo hace mucho tiempo que una mesa con más de seis comensales no funciona. En aquella primera fotografía creo recordar que conté 28 y eso ya dejaba claro que no iba a ir bien. Solamente con que cada uno hablara de su libro tres o cuatro minutos… Se veía claro que aquello no podía funcionar. Esa mesa debe estar formada por seis u ocho personas como máximo, ni una más. Una del Gobierno, otra de la Junta, otra de la Diputación y alguien de los empresarios y los sindicatos. Seguramente haya gente trabajando para que la mesa funcione, pero no nos engañemos, hace falta un foro más reducido y presupuesto. Si no, vamos mal. Salimos 80.000 leoneses a la calle el 16 de febrero de 2020 y 500 tractores la semana siguiente para pedir lo que necesitamos. Todos lo sabemos lo que queremos para León y deseamos sentirnos orgullosos de nuestros políticos, pero deben ser responsables y darse cuenta de que están donde están por nosotros, porque nosotros les hemos puesto. Los políticos son empleados de los ciudadanos y ellos deben trabajar por nosotros y aportar soluciones. Hay que dar voces por León en Madrid, en Valladolid, en la Diputación y en el último pueblo. León tiene capacidad para salir de esta situación, pero si cada uno tiramos de la cuerda hacia un lado, el carro no se mueve.

– Volviendo a temas concretos sobre el comercio, apuntaba antes que las nuevas medidas de ahorro energético pueden favorecer aún más las compras a través de internet…
– Es que es así. Las grandes empresas de distribución promocionan que tienen furgonetas eléctricas. No digo que sea mentira, pero yo no las veo por la calle. Cada vez que se arranca una furgoneta para dejar un paquetito en el 3º izquierda y cinco minutos después vuelve a pararse para dejar otro en el 5º derecha de cuatro portales más allá se está generando contaminación y se está favoreciendo el cambio climático. ¿Qué ocurre? Que esas facilidades tan grandes que se les dan a esas empresas de distribución no llegan a nosotros. El comercio no necesita sanciones de miles o millones de euros, lo que necesitamos son soluciones. Se está muy cómodo en casa dándole al intro y esperando que nos llegue en una cajita con una sonrisa, pero no podemos olvidar pero quizá eso se haga con trabajo precario y que muchas de esas cosas vienen de aquel país donde nació un problema que seguimos alimentando y que se llama China. Claro que estas medidas favorecen las ventas por internet, pero la gente no puede olvidar que el comercio de proximidad estuvo ahí cuando nos encerraron por la pandemia. Estuvimos con bolsas de basura puestas y con guantes de fregar los cacharros en aquellos establecimientos que podíamos abrir porque éramos esenciales. Alimentación, farmacias, ópticas… Estuvimos ahí y hay que valorarlo en vez de dar más facilidades a las formas de distribución grandes. La tarta comercial de León es la que es y lo que estamos haciendo es atomizarla en porciones cada vez más pequeñas. No se va a vender más porque haya más sitios donde comprar. Defendemos la necesidad de proteger el mercado del pequeño comercio. Y ahí tengo que dar un aplauso al Ayuntamiento de León por la iniciativa de los bonos de consumo, que han puesto en el bolsillo de los ciudadanos parte de los impuestos que pagan y que han ayudado al comercio de proximidad, puesto que tenían que canjearse en nuestros establecimientos. Los bonos de esta última campaña se han agotado enseguida porque la gente lo necesita. Estamos muy escasos de cash y la verdad es que hemos visto que tanto los consumidores como el sector se han volcado para aprovecharlo. Y mucha gente se ha dado cuenta y está volviendo al comercio tradicional porque se sienten cómodos y aconsejados, porque saben que no se van a llevar un producto que no quieren. Es muy cómodo darle al intro de un ordenador y hacer una cata a ciegas, pero es comprar sin saber lo que en realidad nos va a llegar. Y no porque me vayan a engañar, sino porque nosotros ofrecemos una compra con los cinco sentidos, lo podemos tocar, probar, oler, ver… Y esa experiencia de compra nunca la va a ofrecer una web. Además, utilizamos todos los medios de pago, incluso cobramos en efectivo, pero nunca por adelantado. Tenemos que apoyar esta forma de consumo para que los clientes confíen cada vez más en nosotros. Es verdad que tenemos que mejorar muchas cosas, pero la economía de León tristemente se sustenta en el comercio y la hostelería. Y digo tristemente porque no tenemos una industria potente ni parece que la vayamos a tener en el futuro. Ojalá tuviéramos alrededor de León un cinturón industrial que permitiese decir que el comercio supone solo el 5% de la actividad económica y no la cifra que tenemos ahora. Ojalá la industria fuera el 40 o el 50% de esa actividad económica, porque ese es el grave problema, que no tenemos industria.
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